El abuso del ChatGPT entre universitarios para los trabajos de fin de grado y máster indigna al profesorado

Es algo que, según reconocen distintos profesores de la Universidad de Sevilla se está extendiendo ya que su uso es fácil y permite realizar un trabajo en el que un estudiante tendría que invertir muchas horas mientras que la Inteligencia Artificial lo hace de forma rápida. Es algo que está generando una gran preocupación e incluso indignación entre el profesorado, sobre todo en determinadas facultades. Es el caso de Derecho, donde su decano, Francisco Llano lo admite: «hay una gran preocupación entre el profesorado».

Es una preocupación extendida que también admiten en el Rectorado de la Universidad de Sevilla. Según dicen es algo que «está sucediendo en todas las universidades». Sobre la posibilidad de un mal uso, afirman que las universidades «son conscientes», pero, de momento, «nadie lo ha regulado y es un debate que está empezando».

Por eso recalcan que la figura del profesor es clave para adaptar los ejercicios de evaluación y evitar un mal uso de la IA. «En el caso de trabajos como TFG o TFM, este tipo de trabajos requiere de una supervisión permanente del profesorado que haría difícil un mal uso de la IA. La US es consciente de la actualidad que tiene este asunto de cara a la docencia por eso está preparando unas jornadas para debatir este asunto desde diferentes perspectivas.

Es un tema que también fue tratado en una reunión de decanos de Derecho de toda Europa reunidos hace algunos meses en Lausana y que debatieron sobre la Inteligencia Artificial y su posible uso fraudulento.

Y es que, según reconocen, si hasta hace poco proliferaba la venta de TFG y TFM e incluso había anuncios en las paredes donde se anunciaban las empresas que hacía esos trabajos a los alumno a cambio de una remuneración, ahora con la nueva herramienta se puede conseguir uno de esos trabajos descargándose la aplicación del ChatGPT en el teléfono móvil. Y es mucho más barato que el modelo anterior ya que cuesta poco más de cien euros.

«Todo depende de la honestidad del alumno, del que quiera aprender o el que se quieran saltar a la torera las reglas. Es una cuestión de educación cívica y de principios y de valores», asegura Llano en relación con esta nueva herramienta que se lo pone «más fácil» a los que quieran cometer fraude. Y es una posibilidad que se multiplica en titulaciones de humanidades y en general en las que sean de «desarrollo». Algo que resulta más difícil en otras materias como las Matemáticas. Si antes utilizaban el programa Turnitin para detectar posibles casos de plagio, según Llano, «el ChatGPT se ríe del Turnitin» ya que la Inteligencia Artificial siempre va por delante y ha dejado desfasado ese programa. «Es como matar moscas a cañonazos», admite el decano. 

Es una cuestión que provoca que muchos puedan «burlar» el control de la legalidad y que «igualan a un alumno trabajador con un listillo». Un asunto que, para el decano, resulta «más doloroso» para el estudiante trabajador que «se ve equiparado al que es pícaro». De hecho otros profesores consultados aseguran que al ritmo que avanza el sistema «va a llegar un momento que no se va a poder pillar al alumno que copia».

¿Qué hacer para evitar ese uso fraudulento de estas herramientas? Desde Derecho su decano cree que ha llegado el momento de replantearse el modelo de evaluación. Habría que darle una vuelta y plantearse si tiene sentido o no mantener los TFG y los TFM. Habría que pensarlo«, admite. A juicio de Llano, una alternativa sería utilizar la fórmula que hay en Italia, la denominada »Tesi di laurea« que resulta más elaborada y el alumno debe defender ante un tribunal. Es decir, lo que propone es que se dé más importancia a la defensa que el estudiante haga de su trabajo evitando así las posibles picarescas y los casos de plagio.

Porque actualmente cuando un profesor detecta que el trabajo puede estar copiado, lo pone en conocimiento del departamento y si resulta un caso de fraude puede acabar en una sanción que varía según la gravedad, pero que puede ir desde la suspensión temporal del alumno hasta la expulsión definitiva de la universidad. De hecho podrían derivar en casos de plagio o incluso de falsedad documental.

En este sentido hay otros profesores que ya han tomado medidas para evitar estas situaciones. Así por ejemplo el catedrático de Derecho Romano y exdecano de la facultad, Alfonso Castro, ha pedido a sus alumnos que entreguen el trabajo escrito a mano. «Al exigir que los entreguen escritos a mano, al menos los obligas a leerse lo que presentan. Y si les dices que tienen que exponerlos o que algunos pueden terminar haciéndolo limitas la posibilidad de que directamente se lo haga una de estas IA sin la menor intervención intelectual de ellos», explica Castro.

Y desde otras facultades también lo tienen claro: «Hay que darle más importancia a la presentación oral del alumno en los trabajos», dice el decano de otro centro universitario de Sevilla.