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El mito del becario: «¿Tus tareas? Haz fotocopias y mañana apila esas cajas»
Son muchos los estudiantes que muestran su descontento tras realizar unas prácticas de la universidad o FP
El mito del becario: «¿Tus tareas? Haz fotocopias y mañana apila esas cajas»
Sólo el 25 por ciento de los estudiantes de la Universidad de Sevilla que realizan prácticas en empresas llegan a formar parte de la plantilla una vez que finalizan. La Hispalense gestiona anualmente unas 12.500 prácticas. ¿Qué pasa con el 75 por ciento restante? ... Hay de todo, desde estudiantes complacidos con lo aprendido y el trato recibido, pese a que finalmente no se hayan podido quedar en la empresa, hasta otros que, directamente, hablan resignados de «tiempo desperdiciado».
En el caso de la Universidad de Sevilla, que alberga el mayor volumen de estudiantes becarios -la Pablo de Olavide le sigue con 2.500, aproximadamente-, existen prácticas curriculares y extracurriculares desde la instauración del llamado Plan Bolonia. La curricular es entendida como una asignatura más en los distintos grados y, como tal, deben abonarla los estudiantes -cuyo precio oscila entre los 80 y los 120 euros, según la duración y la modalidad de la misma-.
Según los planes de estudios de cada grado, en algunos centros las prácticas son asignaturas optativas y en otros obligatorias. Excepto Educación, Medicina y Farmacia que es la Ley la que dicta que sus prácticas son obligatorias.
Además, el alumno puede acceder a ellas de dos formas: a través de la bolsa de prácticas de los distintos centros o mediante convenios que ellos mismos formalicen entre una empresa y la Universidad. Estas prácticas se adjudican por expedientes académicos, de modo que los alumnos que más nota obtengan tendrán más posibilidad de elegir; y se realizan, normalmente, en el último curso del grado.
La Universidad de Sevilla tiene firmados actualmente un total de 4.000 convenios de prácticas con empresas. Al año, el 10 por ciento de estas prácticas se hace posible gracias a esa búsqueda del alumnado.
Alfonso Torres, portavoz del Cadus en la Universidad de Sevilla, apunta a un clima general de «insatisfacción» entre el alumnado. Por un lado, desde que comenzó la crisis y debido al cierre de empresas, los estudiantes han percibido una bajada en la calidad de las prácticas y, por otro, ven poca implicación por parte de los vicedecanatos de algunos de los 27 centros con los que cuenta la Hispalense en Sevilla.
«Cada facultad gestiona las prácticas de una forma diferente. Hay grados, como el de Biología o Medicina, donde los alumnos están contentos con el sistema de prácticas. Otros, como en Derecho, el grado de Asia Oriental o los de Andalucía Tech (A-Tech), como Biomedicina, no pueden decir lo mismo», asegura Torres.
Ellos fueron becarios
Fernando Rivero, estudiante de ADE
Fernando, de 23 años, optaba a prácticas en tres empresas pero ninguna le convenció. «En una de las entrevistas, en Dos Hermanas, me dijeron que mi ocupación sería la de ser comercial, atendiendo a clientes y vendiendo productos. Algo que no tiene nada que ver con mi carrera». Ante esto, buscó por su cuenta una empresa y firmó un convenio con la Universidad. «En la empresa donde estuve tres meses sí que podía hacer trabajos que corresponden con mi grado. Aprendí muchísimo».
Lole Méndez Gavira, estudia Derecho y ADE
Lole, de 23 años, es alumna de la Universidad Pablo de Olavide y optó, como Fernando, por buscar ella misma una empresa para sus prácticas. «Quería empezar la formación desde el inicio del curso. En la UPO no hay ofertas hasta pasados unos meses y, además, tardan en asignarlas». Su experiencia en una consultoría está siendo positiva. «Participo en proyectos nacionales e internacionales, trabajando asuntos legales y económicos, que es lo que estoy estudiando. En esta empresa soy una más».
Sebastián Sánchez, titulado en Empresariales
Este joven de 25 años realizó tres meses de prácticas en una empresa administradora de fincas. «En lugar de hacer tareas propias de mi grado me pusieron como administrativo archivando documentos. Las prácticas me sirvieron de poco o nada». También tuvo una mala experiencia con el tutor académico. «Intenté contactar con él y no contestaba o lo hacía de malas formas. En la memoria que entregué contaba todo lo ocurrido pero no recibí respuesta alguna de la Universidad».
Mario Zaldo, estudió un grado superior de FP
Mario, de 25 años, buscó en la Formación Profesional una salida laboral, a través del grado superior de Administración y Finanzas. En Egmasa, la agencia de la Junta ya extinta, realizó las prácticas durante tres meses. «Estuve desmotivado de principio a fin. Unos días hacía fotocopias y otros apilaba cajas y archivaba. No aprendí nada». Este joven, sin embargo, no cejó en su empeño y actualmente está ampliando sus estudios con el grado universitario de Relaciones Laborales y RRHH.
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