En este punto, la tristeza deja de cumplir su función adaptativa y se convierte en una enfermedad conocida como depresión, un trastorno mental caracterizado por «una tristeza persistente y por la pérdida de interés en las actividades con las que normalmente se disfruta, así como por la incapacidad para llevar a cabo las actividades cotidianas», según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
De acuerdo con los nuevos datos publicados por la OMS, se estima que el 4% de la población sufre depresión. Además, esta enfermedad es aproximadamente 1,5 veces más frecuente entre las mujeres que entre los hombres.
En los últimos años, la sociedad ha adquirido una mayor conciencia sobre la importancia de la salud mental. De esta forma, los profesionales de la salud, los medios de comunicación y las instituciones están desempeñando un papel clave en la difusión sobre enfermedades como la depresión.
Hace unos días, el propio Papa León XIV dio visibilidad a este trastorno mental. Lo hizo durante su catequesis en la Audiencia General celebrada en la plaza de San Pedro el pasado 22 de octubre, donde calificó a la tristeza como una de «las enfermedades de nuestro tiempo».
El Papa León XIV asegura que la tristeza es «la enfermedad de nuestro tiempo»
«Una de las enfermedades de nuestro tiempo: la tristeza. Invasiva y generalizada, que acompaña los días de muchas personas», dijo el Papa ante cerca de 50.000 fieles.
El Pontífice definió la tristeza como «un sentimiento de precariedad, a veces de profunda desesperación, que invade el espacio interior y parece prevalecer sobre cualquier impulso de alegría».
León XIV insistió en la forma en la que la tristeza afecta la vida de las personas: «Le quita sentido y vigor a la vida, que se convierte en un viaje sin dirección y sin significado».
En este punto, el Papa hizo referencia a que «esta experiencia tan actual» remite al famoso relato del Evangelio de Lucas sobre los dos discípulos de Emaús, que compartió con los fieles: «Jesús los escucha, deja que expresen su decepción, luego toma el pan, lo parte y se lo ofrece. En ese momento, los dos discípulos lo reconocen, pero él desaparece inmediatamente de su vista. El gesto del pan partido reabre los ojos del corazón e ilumina de nuevo la vista nublada por la desesperación».
De esta forma, el Pontífice quiso dar un mensaje de esperanza a los fieles que se encontraban en la plaza de San Pedro del Vaticano: «La alegría inesperada de los discípulos de Emaús sea para nosotros un dulce recordatorio cuando el camino se hace difícil».
Leon XIV señaló que es Jesús quien puede «sanar» la tristeza. «Es el resucitado quien cambia radicalmente la perspectiva, infundiendo la esperanza que llena el vacío de la tristeza. Solo él hace posible lo imposible», añadió el Papa, que recorrió después con el papamóvil toda la plaza y llegó hasta la vía de la Conciliazione.
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