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Manita en el Villamarín y el Madrid se acuesta colíder de la Liga
Goleada de los blancos antes un débil Betis (0-5). Marcaron Cristiano, Bale, Benzema, Di María y Morata. Con 50 puntos, igualan a Atlético y Barça
Manita en el Villamarín y el Madrid se acuesta colíder de la Liga
Decía hoy Rafa Gordillo en ABC que no fue una buena decisión echar a Pepe Mel, pero que los resultados mandaban en el fútbol. Sabia y, también, atrevida reflexión de uno de los mitos vivientes del beticismo. Si nos guiamos por ella, emerge en la ... esquina del ring y con la cuenta a punto de sumar diez la figura acostada y ensangrentada de Juan Carlos Garrido. El predecesor de Mel lleva cinco partidos en el banquillo verdiblanco con cuatro derrotas y un empate. Y, lo que es peor, con sensaciones bastante más pobres. Y eso ya tiene mérito. Me cuesta creer que el técnico valenciano esté en el banquillo de Balaídos el próximo domingo. Aunque, la cruda realidad es que, se siente quien se siente, degraciadamente el Betis huele a Segunda desde miles de leguas. (Narración y estadísticas)
El Madrid le metió cinco como pudo endosarle nueve. El conjunto de Ancelotti se paseó en el Benito Villamarín desde el segundo uno de partido. Y para más inri, los blancos (azules hoy) jugaron con doce desde el pitido inicial. Andersen, el portero del Betis, iba con el Madrid. Un guardameta danés con antojo de sueco. Si no, es difícil de entender su actuación bajo los palos.
Pronto se pondría por delante el conjunto merengue. En el minuto 10, Cristiano abrió el marcador con un golazo de oro. El luso recogió un pase en medio campo, condujo en carrera el balón hasta el balcón del área ante la permisividad de la zaga bética y se sacó de la chistera un misil tierra-aire que quitó las telarañas de la meta de Andersen. Aquí poco pudo hacer el guardameta escandinavo, más que acompañar con la mirada el obús del luso, pero era un aviso de lo que estaba por venir.
Pasado el ecuador de la primera mitad, un libre directo de Bale cerró el partido, si es que algún momento estuvo abierto. Era aún muy pronto (minuto 25), pero viendo el dramático panorama para los locales, pensar que el Betis podía ni siquiera hacerle un gol al Madrid era una quimera. Lo primero que hizo el galés en la celebración fue ir a por Cristiano y agradecerle que le cediera la vez. Le faltó hacer lo mismo con Andersen. El chut del galés fue fantástico: una perfecta mezcla entre potencia y precisión que provocó que pelota subiera y bajara un santiamén y siempre bajo control. Eso sí, el portero danés pareció mimetizarse con alguno de los aficionados del fondo sur de Heliópolis. No hizo ni el amago de ir a por la bola. Estatua de barro al cuadrado.
Y como a perro flaco, todo son pulgas, en el único minuto de descuento de la primera mitad le cayó el tercero al Betis, obra de Benzema, pero ochenta por ciento de autoría de Modric. El croata recuperó un balón en la frontal del área andaluza, se interno en ella y ante la oposición de tres defensores, recortó, los echó al suelo como si fueran bolos, y asistió a Karim para que diera un pase a la red. De nuevo, aunque con más disimulo, Andersen puso su granito de arena. Su estirada a cámara lenta al disparo de Benzema volvió a dejarle en evidencia.
Andersen se viste de portero
Con 0-3 y una segunda mitad al completo por delante, lo mejor que le podía pasar al Betis es que el partido terminase cuanto antes. Eso o que alguien avisara a Andersen que el partido ya había comenzado. Pareció ser así porque el danés se redimió algo de su penosa primera mitad con varias paradas meritorias (dos a Cristiano y otro par a Benzema) en el segundo acto. Poco pudo hacer en el cuarto de Di María, un «latigazo» desde 30 metros a ras de suelo que fue peinando el verde del Villamarín hasta entrar ajustadito por el palo izquierdo del danés. El bello tanto del argentino le ayudará a su vuelta al Bernabéu del próximo martes. En Copa, ante el Español, será el primer partido de Di María tras su «acomodamiento» de hace un par de semanas. Veremos en que escalafón de 1 a 10 acomoda la música de viento la hinchada blanca cuando suene su nombre por megafonía.
La cuenta blanca en el Villamarín la cerró Morata, en el crepúsculo del partido, tras aprovechar un balón suelto en el punto de penalti. El canterano hizo el tanto que completaba la manita y se llevaba el premio que tanto se ganó en El Sadar tras jugar un cuarto de hora medio ciego, con su ojo izquierdo hinchado y morado. Justo como se puso hoy el Madrid en Heliópolis, morado a goles para alcanzar, con 50 puntos, a Atlético y Barça en lo alto de la tabla. Los blancos se acuestan colíderes mientras este domingo esperarán cómodamente desde el sofá a que Levante y Sevilla ayuden a la caza. Hay mucha Liga. Ya saben. El Madrid siempre vuelve.
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