Israel Fernández: «El flamenco se acerca a cualquier música, y la engrandece»

El cantaor participa en el programa 'Duende' de la Diputación Provincial de Sevilla que lleva el flamenco a quince localidades

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El cantaor toledano Israel Fernández actúa el 2 de noviembre en el Teatro Riberas del Guadaíra en una imagen de la pasada Bienal de Sevilla junto al guitarrista Antonio El Relojero juan flores

Israel Fernández (Corral de Almaguer, Toledo, 1988) atesora en su recorrido artístico nada menos que un premio Odeón al mejor álbum de flamenco por 'Amor' (2021), y una nominación a los premios Grammy Latinos como mejor álbum de música flamenca, aunque su primer galardón ... fue mucho más local cuando ganó el concurso 'Tu gran día' de Televisión Española a los once años. Entonces ya apuntaba maneras.

Su trabajo le ha llevado a colaborar con numerosos artistas, entre ellos cantantes de otros géneros como Pablo Alborán o Nawja Nimri. Es habitual verle en los conciertos acompañado de Antonio el Relojero, uno de los guitarristas más clásicos del panorama actual del flamenco y del que le separan varias generaciones.

El 2 de noviembre ofrece un recital en el teatro Riberas del Guadaira, dentro del programa 'Duende' de la Diputación Provincial de Sevilla que, desde el 16 de octubre al 28 de noviembre está presentando nombres del flamenco como María Terremoto, Manuel Liñán, Farruquito o Argentina en quince pueblos de la provincia de Sevilla.

- Su familia es flamenca y me han contado que su abuela hacía unos hermosos cantes de Levante.

- Mi abuela era una artista muy personal. Por parte del padre de mi madre somos de Jaén y de mi padre de Castilla-La Mancha. Mi abuela escuchaba, entonces no había discos, y hacía varios cantes. Cantaba por Levante, por Taranta, por bulerías y se los inventaba ella o los había escuchado de pequeña. Mi abuela mi crió, pasé casi toda mi infancia con mis abuelos. Yo soy gitano por todas las partes, tatarabuelos incluidos y más hacia atrás. Y sí, más que orgulloso de ser gitano, yo soy feliz por serlo, feliz es una palabra más bonita.

- Será feliz, pero ¿también le ha traído disgustos?

- Ser gitano es una gran responsabilidad, como nacer. Y como dice Dios: hay que querer el prójimo como a tí mismo, y por eso te tienes que querer. Si no te quieres a tí, ¿cómo vas a querer a otro? Es verdad que nacer gitano, en esta cultura milenaria, trae una forma de sentir y de ser, una infancia y una educación diferente, lo trae la raza. El racismo..., ahora mucho menos. En el colegio si, gitano, me decían, pero al final todos somos uno.

- Cuando sale al escenario, aparece un hombre joven acompañado de un guitarrista, Antonio el Relojero, un artista de otra generación..., ¿los guitarristas de su generación no le gustan?

- No, no es que no me gusten, es que me interesa otra forma de sentir. Desde que era pequeñito me ha gustado el cante, y para mí es una pasión. Con 8 o 9 años escuchaba a la Niña de los Peines, Mairena, Caracol, Manuel Vallejo..., todos estos cantaores que son mágicos. En esa época ningún niño escuchaba eso conmigo, yo sabía que estaba en algo que no era de mi edad, mis amigos jugaban al fútbol. Así que he escuchado mucho solo, pero ha sido una soledad bonita, yo la elegí. Yo jugaba a escuchar música.

- Pero imagino que le habrán inspirado otros cantaores más recientes como Camarón, por ejemplo.

- Yo he escuchado todos los cantes clásicos. Camarón tenía la base del cante por eso llegó a lo que tuvo que ser. El tito Losada me dijo el otro día que hay estrellas elaboradas y otras inesperadas, y Camarón fue una estrella inesperada. Era un gran aficionado al cante y sabía dónde estaba el canon, y sabía de cante. Porque sin conocimiento no se puede crear.

- Pero usted escribe sus propias letras.

- La necesidad es mi pasión por el cante y en mi caso lo entrego todo. Sin cantar no soy nadie. Lo de menos es el dinero, lo de más es la paz y la liberación que a mi me hace cantar. Pero para escribir hay que vivir. Hace tiempo comencé a sentir las ganas de expresar lo que me pasa, lo que necesito y quiero, y de ahí nacen cosas.

- Decía Antonio Mairena que la honra de un gitano es conservar la pureza de los cantes y resguardar la herencia recibida, ¿para usted es así?

- Por supuesto que sí, hay que guardar la pureza de quienes han hecho bien los cantes. A mi en el flamenco lo que no me gusta es copiar, hacer un cante idéntico no tiene pureza, ya lo dijo el maestro Paco de Lucía. La pureza está en saber dónde está la raíz del cante, respetar lo que esté bien hecho y de ahí meterlo en tu corazón y hacer un centrifugado.

- ¿En su cante pesa más la cabeza o el alma?

- Yo creo que la cabeza es la técnica, el volante, el corazón es el motor y la puerta es el alma que es la voz. La voz es la puerta del alma que está entre la mente y la cabeza, y el corazón lo mueve todo. La técnica puede venir de nacimiento y luego con el tiempo se mejora. Yo siempre que canto no intento sorprender, yo lo que quiero es conmover, ése es mi gran premio.

- Hay quien sigue a la Casa de los Pavón, a Juanito Valderrama..., ¿quienes serían sus referentes?

- Todos los que ha nombrado son genios, figuras. Yo quiero dejar aunque sea un granito de mostaza en el flamenco, algo mío. Mis tres fuentes inagotables de inspiración que cuando pierdo el camino musicalmente hablando vuelvo por ellos, son Camarón, la Niña de los Peines y Paco de Lucía, esos tres son mis salvavidas. La Niña de los Peines fue una mujer avanzada para su época y con un ritmo exquisito y un pellizco increíble. Camarón consiguió otro nivel del cante, con una sensibilidad y una afición, y Paco es igual pero en la guitarra.

- Volviendo a Antonio Mairena, decía que 'quien más sabe de flamenco, sólo sabe el diez por ciento'. ¿Piensa usted igual?

- Estoy de acuerdo. El flamenco es infinito, es la madre de la música, cien por cien, de todas las músicas, porque todos beben de ahí y el flamenco donde se acerca, lo engrandece, al jazz, al blues, al rock, a cualquier música, la engrandece. Por eso no hace falta ni saber tanto ni saber mucho, hay gente que ni sabe dar una palma ni siquiera nombrar un palo, y sin embargo transmite. Como cuando yo escucho una canción y no entiendo nada de inglés, pero tiene un color de voz y un pellizco que me da 'bocaos' al corazón. De saber o no saber..., el flamenco es muy especial. Hace poco vi a la Susi que decía que de flamenco saben cuatro. Hay que escuchar a Juan Talega, Manuel Torre o Mairena y esos discos de pizarra que apenas se les entiende..., eso es otra escuela.

- ¿Le molesta que cuando sube a un escenario lo miren con lupa?

- Me da igual, la lupa es para los diamantes. El flamenco se ve. Lo que sí que hay que hacer es encontrar la música, encontrar el sentimiento. Hay que ir positivamente con la música. El flamenco igual que el blues viene de una celebración o de una fatiga, y en nuestro caso de una raza que ha sido perseguida. Por eso el blues y el flamenco son primos hermanos.

- ¿Personas como usted le hace a los jóvenes perderle el miedo al flamenco?

- Yo creo que con lo que hicieron Camarón y Paco nos dejaron el camino liso, eso está claro. Hay que tener la sensibilidad y estar y vivir en el momento de uno. Aquí cada generación ha puesto su ladrillo y lo que está bien no hay que destruirlo.

- ¿Quiero ser recordado como los que puso un ladrillo?

- No, no lo pretendo, yo lo que quiero es que me escuchen, que haya algo mío, si, y cada uno en su época. Ahora hay artistas que cantan, tocan y bailan muy bien. Cada generación debe hacer algo. Además, el cante está hecho, lo que tiene que hacerse es refrescar y saber qué se está cantando. Ahora hay guitarristas increíbles, en el baile artistas maravillosos, y en el cante también.

- ¿Cual es el momento del flamenco?

- Ahora el flamenco tiene un momento maravilloso, con muchas ganas. Y, además, los que hacen música urbana y latina, flipan con el flamenco. Si el flamenco se hace como se tiene que hacer, arrasa, pero es verdad que los que están ahí, los que tienen el mando, los que contratan, tienen que tomar atención no sólamente en los números o los que llenan un sitio, sino que tienen que fijarse en la música, que escuchen. Porque porque una persona venda no quiere decir que la música sea buena, con todo el respeto. Hay gente que tiene una calidad de música increíble, pero como no hay alguien, que son los que contratan en la industria que ponga el oído..., pues nada. Se da importancia a los números, la gente, los teatros..., que está bien, pero la música no se ve. A todo el mundo le gusta un estadio lleno, pero también hay otros a los que no se les pone atención, y es una pena. Los promotores de grandes festivales, de Sevilla, Madrid..., deben poner atención no a lo que llena o atrae, que es normal, sino a otros artistas, y que se arriesguen, que le den oportunidad a esa gente, porque si no le dan el toro, ¿cómo van a cortar oreja?.

Festival Duende. Israel Fernández

  • Dónde: Teatro Riberas del Guadaíra. Alcalá de Guadaíra

  • Día: 2 de noviembre

  • Hora: 20,00.

  • Entradas: 10 euros

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