CRÍTICA DE MÚSICA
Eva Zaïcik: la invitada, protagonista
El veterano conjunto Café Zimmermann nos visitaba de nuevo con una propuesta vivaldiana y la mezzo francesa Eva Zaïcik como invitada
Eva Zaïcik acompañada por el Café Zimmermann de Pablos Valetti
Música Antigua en Turina
Café Zimmermann & Eva Zaïcik
- Programa: Op. 6, 'Stabat Mater' y 'Nisi Dominus' de Vivaldi
- Intérpretes: Eva Zaïcik (mezzosoprano)
- Directores: Pablo Valetti y Céline Frisch
Hacía años que no nos visitaba Pablo Valetti, y ahora lo hacía con un aspecto físico muy diferente a como lo recordamos. Musicalmente, tampoco lo reconocíamos, porque desde la primera nota del 'Concierto para violín, cuerda y continuo' en Mi menor Op.6 nº5 ... RV 280, con un sonido estentóreo, desentonado, con una técnica que no le permitía igualar los arpegios o las escalas, o en la que parecía sobresalir la prima, la cuerda más aguda, despegada de las demás en volumen y en color. Definitivamente parecía otro. En el segundo movimiento este planteamiento podía parecer con un carácter 'responsorial', en el sentido de que a las propuestas del violín solista contestaba el resto de la cuerda con acentuados acordes; sin embargo, Valetti seguía empeñado en su timbre acerado, anguloso, tendente incluso a algún pitido o fraseo chirriante, que se acentuó aún más en el último movimiento. El resto de las cuerdas tampoco ayudaba a un sonido de conjunto al menos.
Habían pasado apenas unos minutos desde el inicio del concierto y ya tuvieron que afinar a fondo. Puede que el tiempo lluvioso, el teatro cerrado durante la Semana Santa o lo que fuera parece que imponía una humedad que los obligó a estar afinando constantemente. Habían anunciado la supresión del 'Concierto para violín op. 6 nº6' que estaba previsto a continuación y pasaron directamente al 'Stabat Mater', basado en la famosa y dramática secuencia gregoriana del siglo XIII atribuida a Jacopone da Todi. Aquí la presencia de Eva Zaïcik resultó providencial, porque su voz portentosa y bien templada empezó a equilibrar el conjunto, a la vez que Valetti mostraba que con las cuerdas menos agudas llegaría el gran violinista que esperábamos.
Su voz es un prodigio y que consiste en cantar distendidamente tanto si es al grave como al agudo, aunque en esta primera muestra Vivaldi pedía expresividad, recogimiento, interiorización, y su voz añadía un hermoso timbre de dicción clarísima, sin oscuridades, sin sombras, y a la vez cargada de intensidad. Ya la belleza del primer número del 'Stabat Mater' en sí mismo predispone para lo mejor, pero Zaïcik sorprende y supera lo mejor. Y aparentemente no hace nada especial. Sólo cautiva. Quizá todavía pudiera resultar más dramática, pero el texto de la secuencia expresa un dolor sereno que la mezzo supo reflejar en todos sus matices.
Habían introducido el 'Concierto para violín, cuerda y continuo' en Sol menor Op.6 nº3 RV 318 a manera de interludio, pero finalmente dejaron sólo el 'Allegro' inicial. Una pena -y un sinsentido- porque hablamos de unos minutos más y hubiera resultado una disposición más redonda, entre otras cosas porque este concierto tiene la particularidad sobre sus hermanos que usa para los pasajes solistas exclusivamente materiales del primer y último 'ritornello'. Pero en el poco tiempo que duró, le oímos a Valetti un fraseo manifiestamente mejorable y al chelista no digamos.
Y de nuevo se volvió al 'Stabat Mater'. En este punto digamos que el violonchelo y el contrabajo compartían en esta obra la misma partitura con mucha frecuencia y con igual asiduidad muchas notas se repiten; sin embargo, y no recordamos otro caso, ambos tomaron caminos distintos: mientras uno enlazaba las notas por pares, por ejemplo, la contrabajista lo hacía cambiando el sentido del arco en cada nota, lo que producía a la vista que cada uno fuese con el arco por su cuenta y, lo que es peor, musicalmente se producía la esperada asincronía y por tanto la imprecisión. Y digamos en honor a la verdad que la partitura presenta las notas sueltas. ¿Pero nada de esto vio Valetti, que los tenía justo enfrente? (estaban dispuestos formando un arco).
Ya el violonchelista había estado alternando un sonido hosco y descuidado con otro más redondo, como el que exhibió a dúo con el violinista en el 'Concierto para violín, cuerda y continuo' en Re mayor Op.6 nº4 RV 216, una obra que nos devolvería al mejor Valetti entre este segundo movimiento que comentamos y el tercero, de gran virtuosismo, y en el que oíamos un violín completamente afinado y a un violinista de una talla excepcional, una vez hecho uno con su instrumento.
La segunda mitad abría con el 'Concierto para violín, cuerda y continuo' en Mi bemol mayor Op.6 nº2 RV 259. Digamos que los tiempos lentos fueron los que primero nos dieron la alegría de recuperar plenamente al violinista argentino, y aquí no fue menos, dotando a su canto de gran lirismo y expresividad, con un buen entendimiento con el violonchelista, a los que se unió Frisch. El lirismo precisamente es el que otorga unidad al concierto entero, y tal vez por ello y gran inspiración lo hicieron el más popular de los seis.
El 'Nisi Dominus' cerraba el programa con el 'Concierto para violín, cuerda y continuo' en Sol menor Op.6 nº1 RV 324 como interludio, en el que brilló definitivamente Valetti y nos volvió a decepcionar Skalka en varios momentos en los que tuvo protagonismo, tanto junto al violín otra vez como a solo: era como si las dos cuerdas más graves estuviesen sordas, como si necesitasen un cambio.
Aproximadamente la mitad de la música vocal sacra de Vivaldi está escrita para voz solista y la mayoría de las de su primer periodo estaba destinada a las chicas del Ospedalle della Pietà, razón sobrada para que su interpretación no sea para un contratenor y de que la inteligencia de Zaïcik (o de su agente o de su casa de discos, vaya usted a saber) elija obras que le sientan a la mezzo como un guante. Esta obra requiere de una mayor exigencia vocal, como agudos más elevados o graves más profundas, al igual que algunas coloraturas. Pues está claro que más que una dificultad se convierte en estandarte para enseñorear las virtudes de su canto, y eso que nos parece que la chica todavía no se lo tiene creído. Que la traiga otra vez el Turina sola o en compañía de otros, como la Barroca hispalense y si puede ser con Onofri. No se nos olvidan los sobretítulos ofrecidos por la AAOBS.
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