El final de 'Cuéntame' y los que cuentan la mejor historia

Si no cuentas tu historia, te la cuentan. Y no hablo del 'Napoleón' de Ridley Scott y su olvido de España, donde empezó el declive del francés. Me refiero a la historia de cada uno en cada uno de sus días. Contarse para que ... no le cuenten de menos. O, peor, para que no parezca que quiere contar una historia que no es la suya. En cada redacción, como en cada oficina –¿acaso no son ya lo mismo?–, se generan estados de las cosas y los que terminan por contar son los que se cuentan veinte aunque no se coman ninguna. O se las coman todas. Se explica esto con la última polémica televisiva que ha salido de Twitch hasta estallar en el plató de 'El hormiguero'. Contaba Facu Díaz, cómico al otro lado de la línea de Pablo Motos, que cada vez que alguien critica en un medio al pelirrojo presentador recibe una llamada que comienza en bronca y termina obligando a loar al menos una faceta del líder de audiencia. Quien no ha sido «invitado» a comentar un 'dosier' por lo publicado sobre el programa de las hormigas no es nadie. Se trata de controlar el relato, el estado de las cosas, para luego salir ante millones de personas y decir que hoy en día ya no se puede decir nada.

Ese estado de las cosas se genera, en realidad, en todas las realidades y no solo en la laboral, también en la cuadrilla de amigos o la pareja. El hombre –o el ser humano, con perdón– vive de contar historias aunque ninguna de esas historias tengan en realidad guion. No es una serie de HBO ni un 'reality' de Telecinco, es la vida real donde hay que dar forma a la rutina para que se viva con la emoción que ya solo parece brotar en la pantalla brillante del móvil.

El único intento serio de contar desde la ficción la realidad de nuestro pasado inmediato ha sido 'Cuéntame'. Mañana terminan los 22 años en pantalla de la familia Alcántara con tantos escándalos fuera del plató como éxitos ha dado a la cadena pública. Gustará más o menos, podrá criticarse la caricatura de que a esa familia le haya pasado de todo todo el tiempo y lamentaremos los millones públicos que se han ingresado en las cuentas de los actores y productores;pero no se podrá negar que ha sido la única «cosa seria» que se ha rodado para contarnos. Por ese salón ha pasado toda España, del ministro al obrero, del abuelo franquista al nieto 'punki'. Cada uno con su historia y todos con la misma.

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