El cine, más importante que la vida

Godard era el último superviviente de aquella generación de 'Cahiers du Cinéma' y, tal vez, el más provocador y el más rebelde. Amante de la literatura, fumador de puros, obsesionado por el poder mágico de las imágenes, fue un explorador de nuevos territorios. Pero era también un hombre bronco y solitario que no eludía las provocaciones y que no sintió remordimientos por hacer llorar a su esposa en un plató de televisión o por romper con su amigo Truffaut.

Hay una secuencia en 'Banda aparte' (1964) en la que Anna Karina , su musa y su primera mujer, se mira en un espejo en una clase de inglés. Exclama: «Todo lo que es nuevo se convierte en tradicional». Esa frase resume su cine. Quería revolucionarlo todo para convertirse en un clásico.

Godard admiraba a Carné, a Clair, a Duvivier. Pero pensaba que los nuevos tiempos requerían nuevas formas. Y, sobre todo, que las películas tenían que conectar con la vida. Ese es el espíritu con el que acometió 'Al final de la escapada' (1959), su primer filme, la historia de un amor imposible entre un delincuente encarnado por Jean-Paul Belmondo y una joven americana que aspira a ser escritora en París, protagonizada por una maravillosa Jean Seberg .

«Lo que yo quería era tomar una trama convencional y rodarla de forma totalmente distinta, como nunca se había hecho», dijo. Escenas con la cámara en movimiento, cortes bruscos de las secuencias, técnicas de documental. Una película que Truffaut definió como un grito de dolor.

En sus primeros trabajos, Godard recurre a héroes románticos, desesperados, inadaptados como Pierrot, el hombre que huye hacia ninguna parte, o el desertor que se niega a convertirse en un asesino. El foco de su cámara mira hacia el interior del alma.

Pero los sucesos de Mayo del 68 cambian su perspectiva. Comienza a hacer un cine político que ya había tenido el brillante preludio de 'La chinoise', donde se plantea si resulta legítimo el uso de la violencia. El realizador franco-suizo incluye largos monólogos en esta película en la que la palabra parece desplazar a la imagen.

1968 es el año en el que Godard, Truffaut y Polanski interrumpen el festival de Cannes en apoyo del movimiento estudiantil. Y, poco después, crea el grupo Dziga Vertov, inspirado en el realismo soviético. En esa etapa su nueva musa es Anne Wiazemsky , su amor durante una década.

Godard siguió siendo altamente productivo, pero sus mejores tiempos habían quedado atrás. De 1965 data 'Alphaville', una mezcla de novela negra, ciencia ficción y delirio onírico en la que brilla su talento. Dos años antes, había rodado 'El desprecio', que es, a mi juicio, su mejor creación, un homenaje a Fritz Lang con una espléndida Brigitte Bardot .

Fue durante el rodaje de este filme cuando dijo que la cámara «sustituye nuestra mirada por un mundo en armonía con nuestros deseos». Tal vez el cine siempre fue para él mucho más importante que la vida.