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Pásalo

Gracias, Nano

Serrat siempre me pareció la mezcla genial de una guitarra de venta y un poeta francés

Joan Manuel Serrat se despide el año que viene Elena Carreras
Félix Machuca

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Él, que nos descubrió el Mediterráneo, donde juega su primer amor escondido entre las cañas, ha dicho que el año que viene echa las persianas, abandona los escenarios y, si eso, escribirá en su casa, donde no hay ya niños que joden jugando con la ... pelota. Él que le cantó a Penélope, aquella chica engañada con su bolso de piel marrón y sus zapatos de tacón, nos ayudó a conocer los amores sin tabúes, reconociendo que la mujer que más quiere no necesita bañarse cada noche en agua bendita. El Nano, el chico de la ladera de Montjuic, donde quizás conoció a Manuel, aquel desheredado que vivía en una casa de barro y cañas, sigue prefiriendo a los sioux que al séptimo de caballería, defendiendo su sagrado principio de que cada quien es cada cual y baja las escaleras como quiere. El Nano ha subido y ha bajado todas las escaleras de la poesía y de la canción. Nos invitó a la noche de San Juan de su barrio, cantándonos aquello de vamos subiendo la cuesta, que arriba mi calle se vistió de fiesta. Y nos recordó que de vez en cuando la vida te invita a café y está tan bonita que da gusto verla. Yo me embriagué gracias al alcohol de sus canciones con el sudor caliente y perfumadamente parisino de una chica que, en pleno verano, en una noche de arena y estrellas, se empeñó en que aquello fuera un gran día, donde todo estaba por descubrir…

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