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Pásalo

Autodestrucción

Quizás el silencio sea una forma de salvar la belleza de los bárbaros

Félix Machuca

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Sara Tavares, arquitecta portuguesa con estudio en Sevilla, donde trabaja desde la Expo de 1992, me dijo en cierta ocasión que aún existen muchos lugares vírgenes, intocados y a salvo en su Portugal natal, pero que conviene abrir los ojos y estar alerta, porque de ... un día para otro aparece la grúa y cae el meteorito. Me acercó a una teoría suya, de consumo privado, para delimitar los patrones del desarrollismo y la autodestrucción patrimonial. Asidua de la costa Vicentina, el mar del Alentejo, se congraciaba de encontrarse su coche con una capa de polvo blanco donde lo tenía estacionado, quizás una vereda olvidada camino de una bonita casa rural entre granados y algarrobos, porque ese polvo la retrotraía a su infancia, cuando el país aún no había comprobado, como por ejemplo lo ha hecho Albufeira o Portimao, cómo es la vida al otro lado del muro del desarrollo. Ese manto blanco de tierra de talco funcionaba como su bucle melancólico de una infancia feliz y lejana. Pero también como bandera blanca de que el territorio y el patrimonio estaban en paz con las legiones del progreso más bárbaro.

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