Pásalo
El dinero ruso
Es clamorosa la evidencia del dinero de Putin alimentando la secesión
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Iniciar sesiónPuigdemont no es un problema de España ni de Cataluña en exclusiva, como lo han entendido la justicia alemana, la belga y la italiana. Su amenaza potencial va mucho más allá de la del colérico volcán de La Palma y corre pareja a su falta ... de escrúpulos con el reglamento. Las ideas disruptivas que gusanean a esta Europa en descomposición también llevan marca amarilla secesionista. Y bien harían los tribunales europeos por donde pasa el rastro de este poltergeist de la política catalana con entender el problema desde otra perspectiva, desde otra dimensión. Más claro aún: el ex redactor jefe del diario El Punt de Gerona no es un problema español; es un problema seriamente europeo. Y si me arrugan la cara al leer lo que les digo recuerden hasta dónde es capaz de llegar el sujeto para convertir Cataluña en una frontera sostenida por dinero ruso.
A principios de este mes tuvo su minuto de gloria la revelación periodística de la conexión del procés con una trama financiera rusa. Diarios españoles y el mismísimo New Yok Times nos avanzaron pelos y señales de la estrecha relación del que fuera jefe de gabinete de Puigdemont, José Alay, con ex agentes de inteligencia rusos, así como con algunos relevantes hombres de negocios cercanos en su día al KGB. Un informe de la Guardia Civil nos desvelaba los frecuentes viajes de José Alay a Moscú y no precisamente para comprarle caviar a su jefe. El trato más que asiduo que mantiene con el presunto empresario Alexander Dmitrenko, con casi veinte años en Barcelona y al que el ministerio de Justicia le ha negado la nacionalidad española por sus servicios a la inteligencia rusa, cierra el ámbito de evidencias clamorosas sobre las vías de financiación que alimentan la patrulla canina de los secesionistas.
Pero Europa sigue embelesada escuchando el batir de las alas de las mariposas. Y evita, por razones de chocante entendimiento, poner el oído para estampidas tan ruidosas como las de Puigdemont, capaz de bailar el Kazachok con barretina por tener contento el bolsillo de Putin. Entiendo que estas cosas se tratan en los foros adecuados y en las covachas de la inteligencia europea. Pero con un mundo pendiente de un nuevo orden, con la traslación del eje de poder al mundo asiático y con la Rusia más putinesca embriagada de sueños de vodkas imperiales para ganar territorio en Europa, los manoseos que nos llegan de los secesionistas con los siempre ágiles y activos funcionarios rusos nos llenan de una fundada inquietud. Y también de una detestable sensación de impotencia. Confío, actitud poco recomendable en estos tiempos, en que Bruselas entienda las consecuencias fatales que para la vieja dama tuviera que la Cataluña de Puigdemont tenga una terraza con vistas a la frontera de la OTAN al otro lado del Ebro y actúe en consecuencia. La vida es tan caprichosa y dada al azar que, este tal Alay, para redondear la historia, fue el traductor al español y al catalán de la novela “La mujer que sabe guardar secretos”, la historia de un matrimonio ruso espía en EE.UU, base de la serie de impacto televisivo titulada “The Americans”, empeñado en hacerla realidad como Los Catalanes y el dinero ruso…
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