Que los encierren

La Macarena va a volver a ser la de antes. Desde el Sábado Santo en que se legalizó el PCE no había habido un sábado tan extraordinario como el sábado pasado, cuando se descubrió la cara de la Virgen tras la restauración. O lo que fuera. Volverá a ser la que fue, pero nos queda el enfado de los sevillanos. Una señora en el programa de Toñi Moreno desde San Gil clamaba: «¡La han asesinado!». «¡Que los maten!». En el plató la recondujeron. «Bueno, que no los maten, pero que los encierren».

Lo bueno de la Macarena es que tiene quien la mire. A Lauren Sánchez, la mujer de Jeff Bezos, se ve que nadie le ha dicho que, con cada retoque que se hace, su cara es más absurda. Esos pómulos, esos labios. Y sí, uy, uy, estoy hablando del aspecto físico de una mujer. No es que necesite justificación, pero el que luce Sánchez es un aspecto físico que ella ha elegido, así que me siento muy legitimada para reírme. Esa mujer era una monada y ahora parece un ninot. Un ninot indultado por Bezos. No voy a decir que no me guste criticar a los ricos. Y que no disfrute con los venecianos protestando por la fastuosa y palurda boda. Pero algo no debe de andar bien en las cabezas de quienes se obsesionan con mantenerse jóvenes y no ven el resultado grotesco. Eso de elegir cara y culo ya no tiene sentido. ¿Por qué elegir uno? Katherine Hepburn aconsejaba que, si te daban a elegir entre el 'sex appeal' y el dinero, eligieras el dinero, porque conforme te hicieras viejo, el dinero se convertiría en tu 'sex appeal'. Por eso Jeff Bezos resulta un rico calvo muy atractivo en su fealdad. Es injusto que Sánchez tenga que deformarse.