Arma y padrino
Líneas rojas, metas volantes
Podemos se enfada, pero se queda; cuando les dicen que con su pan se lo coman y hacen recuento de puestos, la cosa sale a deber
La flotilla y los muertos de risa
La tapadera
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Iniciar sesiónLas líneas rojas de la extrema izquierda para con sus socios de gobierno son como metas volantes: flexibles y temporales. Por eso es siempre lo próximo en ocurrir la gota que colmará el vaso, lo francamente inaceptable. Y, claro, como siempre es la próxima, en ... cuanto ocurre ya lo es otra, la venidera, y no lo es esta. Todo un dilema ontológico transformado en trilerismo moral de oportunista político. Y siempre, eso sí, con el ceñito fruncido y el morrito apretado (ese gesto tan de activista constante, tan de cabecilla asambleario). Amenazan, soliviantados y sin dar crédito a lo ocurrido, con dejar de respirar e irse (que por quién les toman) pero siempre se quedan. Para cuando llega la siguiente inadmisible decisión, el siguiente oprobio, el gris medio de su moralidad ya se ha desplazado de nuevo, como en un fotómetro estropeado, y la línea roja se ha desplazado un poquito más allá. Como en un problema de lindes de la Galicia profunda a mediados del siglo pasado pero trasladado a la honestidad ideológica.
La última línea roja de aquello que se dio en llamar Sumar (y que hoy ya no se sabe ni lo que es, ni a quién congrega, ni lo que espera, ni a lo que aspira) era la financiación irregular de su socios de gobierno. Pero aparecida prueba gráfica de pagos en metálico por parte del PSOE a investigados por corrupción e informes de la UCO certificando sospechas al respecto, ante el turbio tráfico de chistorras y lechugas, la cáfila de cheerleaders de Yolanda Díaz empujan con el piecito la linde mientras silba. Que a saber, cuando esto acabe, en lo que queda lo que ya no es más que ropa vieja y si se vuelven a ver en las mismas.
El pecio político que es Podemos, por su parte, había fijado el colmo de su paciencia en el embargo de armas a Israel. Sobre todo tras la monopolización de los de Sánchez, a modo de cortina de humo, de la causa palestina (había que recuperar esa bandera antes de que se firme el acuerdo de paz y se vean en la tarea de elegir nueva causa justa). Pero ya no. Ayer sí, pero hoy ya no. Una vez más, Podemos se enfada mucho, pero se queda. En cuanto les dicen que con su pan se lo coman y, haciendo recuento de puestos de trabajo a los que volver si se acaba el cuento, la cosa sale a deber. Y tras días acusando al gobierno de cómplice de genocidio y de buscar solo titulares con este decreto, amagando con negarles los votitos que les quedan en el fondo del bolsillo (lastimica), llegada la hora de la verdad, la de dar o quitar apoyos y no seguir instalados en el gesto nimio, votan a favor. Pero muy enfadados, eso sí. Indignadísimos. Suma así Ione Belarra una muesca más a su revolver en el cómputo de decir una cosa para acabar haciendo la otra. Y es que la aritmética de las minorías no falla: tanto se necesitan los unos a los otros como los otros a los unos. Y si hasta ahora todas sus líneas rojas han sido simples referencias orientativas, ni vinculantes ni exigibles, no sé por qué iban a serlo a partir de ahora. Relájate, Sánchez.
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