PERDIGONES DE PLATA

Mártires de plexiglás

Varias marionetas de la política se han machihembrado estos días, pero manejará los hilos a su antojo el muñeco prófugo

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Pese a la calamidad que nos ha acuchillado, el momentazo del desfile de las muñecas hinchables bailando como mártires de plexiglás se tatuará en nuestra memoria. Los primeros sex-shops brotaron cuando la Transición y, según la leyenda, el personal ávido de emociones que ofrecían ... juguetes para adultos acudía a esas cuevas de pecado carnal tras camuflarse bajo gabardinas bogartianas, pelucas como la de Carrillo al cruzar la frontera, mostachos machotes como los de Pancho Villa y albornoces floreados como los de la señora Roper. Y la estrella de aquellas tiendas era, sin duda, la muñeca hinchable, ese triste y plastificado sucedáneo destinado a cicatrizar la soledad de las almas perdidas en su propio callejón sin salida.

Berlanga, siempre rompedor, se adelantó a la pasión que desataron esas muñequitas con su obra 'Tamaño natural'. Puro morbo de alto voltaje, provocación delicatessen no apta para todos los públicos que, en su tiempo, no se entendió. Pero llegó la Orquesta Mondragón de Javier Gurruchaga y lanzó, en el 79, su primer vinilo titulado 'Muñeca hinchable'. Una risa de elepé, un vendaval gamberro que a los chavales nos encantó. Los amigos mayores nos contaban que, en los directos de la banda, el agitador Popotxo irrumpía sobre el escenario con una muñeca hinchable y el público aullaba de placer. Nosotros maldecíamos nuestra corta edad porque aquellos espectáculos de esperpento y brochazo gordo, nos estaban vedados. En esos trances, la muñeca hinchable alcanzó su máximo esplendor de artificio basado en el látex de un rostro moribundo, pero más tarde, cuando las despedidas de solteros recurrieron a sus cuerpos gomosos, cayeron en la indignidad. Ahí acabó degradada, parecía que definitivamente. Hasta que la otra tarde resultó que la derecha también optó por el humor, entre berlanguiano y mondragonesco, al currarse una procesión de muñecas frente a Ferraz. Varias marionetas de la política se han machihembrado estos días, pero manejará los hilos a su antojo el muñeco prófugo. Quién lo iba a decir…

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