Perdigones de plata
Baboso y cursi
En aquel ambiente a las mujeres se las veneraba, se las acompañaba hasta su hogar si lo necesitaban
Tradiciones
La «blanquitud»
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Iniciar sesiónDos motes realzaban su nombre de pila. Era Juan 'sin diente' o Juan 'el oso'. Ambos apodos revelaban, en cualquier caso, furia de tifón desencadenado. El antro que regentaba reunía la flor y nata de los elementos subterráneos. Moteros que lucían sus colores en ... el dorso del chaleco de cuero, 'rockers' de chupa 'perfecto' y tupés que desafiaban la gravedad, algunos 'skins' de botas Martens con puntera de acero y, en general, mendas con dentadura afilada. También acudían algunos papanatas que deseaban codearse con esa fauna para creerse valientes y muchas jóvenes atractivas, sospecho que atraídas por los tipos de peligro inminente.
Entre los advenedizos, de vez en cuando, brotaba algún baboso de sesera atascada dispuesto a propasarse con las chicas. En esas situaciones el espectáculo estaba asegurado… 'El oso' saltaba muy olímpico desde la barra, agarraba al babosón por el cuello y lo sacaba del local a base de fostios ante el regocijo general. En aquel ambiente a las mujeres se las veneraba, se las acompañaba hasta su hogar si lo necesitaban y el respeto presidía los actos de la parroquia. Era una cuestión de honor, de hombría, de nobleza. Era un código férreo, incontestable. Acaso aquella protección tan arraigada entre semejante tropa lindase con el micromachismo, el maximachismo, el machirulismo o lo que lo que ustedes prefieran, pero ellas se sentían seguras y les encantaba. Actuar como un baboso a la Monedero representaba lo peor, y al acosador, además de recolectar el desprecio general, se le mandaba al exilio con la cara como un mapa. Según parece, Monedero, una suerte de envejecido Harry Potter rijoso dotado de varita juguetona, en lamentable trance de chiclosa seducción le llegó a susurrar a una de sus víctimas algo así como «hay magia entre nosotros». Además de baboso, cursi, pero de una cursilería homicida. Le llega a pillar 'el oso' y le propina doble ración de jarabe de palo. A veces sí creo que todo tiempo pasado fue mejor. Por cierto, aquel garito se llamaba Sin perdón. No les digo más.
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