TIRO AL AIRE
Euroacomplejados
La nueva era Trump suena más vieja que el feudalismo: el que más poder acumula, en monedas y ejércitos ¿y en votos? hace lo que quiere
¿Y si es una venganza de Montero?
Secretitos de Estado
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Iniciar sesiónLa nueva diplomacia de EE.UU., la que pone ojitos a Putin, ha venido a decirnos que somos unos flojos. Los europeos. Que menuda crisis de valores. Me cuesta entender que haya alguien por acá a quien le vaya bien tal discurso, porque J.D. Vance nos ha llamado tontitos a la cara ... . A todos. Algo así como que no nos sabemos gobernar, ni gestionar, ni defendernos. Pobrecitos los europeos. Arenga un rato más y nos es que nos pida la devolución del Plan Marshall –por mal uso–, es que nos manda otro. Por lástima. Para que nos reconstruyamos sobre nuestras cenizas. O para que seamos lo que ellos quieren. Pero, ¿qué quiere el nuevo EE.UU. de esta nuestra vieja Europa?
El Gobierno de Trump, hay que reconocerlo, ha arrancado con dos grandes fortalezas. Por un lado, su mayoría absoluta lo convierte en adalid de las matemáticas gubernamentales. «Somos más», ¿les suena? Además, ha izado la bandera de la no intervención bélica. En Gaza, tumbonas en vez de pistolas. En Ucrania, también relax, que os han invadido, pero sólo la puntita.
El aterrizaje en la Casa Blanca indultando a condenados que atacaron su cuartel de la democracia y el coqueteo sobre anexionarse Groenlandia son menudencias. ¿O no? Lo estamos llamando nuevo orden de forma provisional a la espera de un nuevo término, pero nos sobra con los que ya tenemos. La nueva era Trump suena más vieja que el feudalismo: el que más poder acumula, en monedas y ejércitos ¿y en votos? hace lo que quiere. La ley del más fuerte contra la que, desde la Atenas de Pericles, no hemos dejado de luchar en Europa con todos nuestros medios, justicia mediante.
La democracia nació en Europa hace ya 25 siglos. Claro que EE.UU. ha aportado a ella, y los europeos nos hemos fijado en qué se hacía bien al otro lado del Atlántico. Seguiremos haciéndolo. Pero también hay que saber detectar los fallos. De aquí. Y de allí. A lo Tocqueville.
Conocí a muchos euroescépticos en mis años en Bruselas. Y ahí he de dar la razón a J.D. Vance: demasiados enemigos internos. Muchos son como termitas: se acercan a lo que dicen querer destruir, pero es para comer ellos. Frente a estos, más Chirac: «La construcción europea es, ante todo, una empresa de paz. Ha permitido reconciliar a pueblos que fueron enemigos y ha garantizado la estabilidad del continente».
No fue inesperado que la primera respuesta al huracán Trump en Europa respecto a Ucrania haya sido convocada por Francia. El chauvinismo. Nos hace falta uno europeo.
El trío ¿testosterónico? Trump-Musk-Vance podrá besar el suelo de Putin y creerse por encima de Europa. Pero Ucrania ha sabido defenderse del gigante ruso. Con ayuda, sí. Pero sigue siendo David contra Goliat. Un David que verbaliza sus sueños y pide entrar en la Unión Europea. No servirá para acallar a Goliats reparte-lecciones. Pero sí debería para despertar euroacomplejados.
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