todo irá bien
Para mí es Maria
Ella me hace sentir mejor las demás cosas que siento. Ser padre es mi identidad. Política, nacional, moral
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Iniciar sesiónLa noche del martes, fría en Barcelona. Mi hija tiene tos y le duele la cabeza. No tiene fiebre pero habla en sueños. No lo suele hacer. Está inquieta. Justo cuando se despierta con tos y mocos, llama Florentino y le da las buenas noches. ... La invita a viajar con él a Marruecos a la mañana siguiente y Maria le dice que si se encuentra bien quiere ir al colegio. Se vuelve a dormir diciéndome: «Qué pena que no seamos del Madrid». Yo hago guardia como un soldado insomne a su lado. Voy a por agua porque nos gusta muy fría hasta en las circunstancias más enfermizas. Le doy el jarabe. Otra vez se duerme y el silencio de la noche, que es juez y es testigo, atraviesa a un padre y una hija que aún se bastan si están juntos. Ella quiere ir mañana al colegio porque le gustan sus clases y sus amigas. Yo no siento ninguna necesidad de aparcarla y nunca es mejor cuando no está conmigo. No tengo ningún plan mejor que estar con ella. Tiene que ir al colegio, por supuesto, pero no necesito que mi hija no esté para pasarlo bien con mis amigos. Casi siempre viene a comer y a cenar con nosotros y me siento redondo, completo, en el lugar exacto de la Tierra. Eres una niña rica con un padre pobre. Ninguno de los dos tratamos de disimularlo. Naciste en el mejor momento. Nunca has estado sola. Nunca te he mentido. Nunca te ha asustado una pelea.
Otros hombres se sienten así con su mujer o su novia pero yo siempre he pensado que los negocios y las canciones de amor se parecen demasiado. Para mí es Maria. En las noches que se encuentra mal, en los paseos cuando volvemos del colegio o mezclada con mis amigos. Ella me hace sentir mejor las demás cosas que siento. Ser padre es mi identidad. Política, nacional, moral. Maria es mi país y mi manera de pensar y de escribir. Lo que está bien y lo que está mal. Un día se irá y algunos de mis amigos dicen que voy a pasarlo mal pero yo pienso distinto. Cuando tu hija es realmente el centro de tu vida, el centro toma la curva –es todo lo que toma– y sigue. El amor, cuando es generoso es agradecido, favorece el curso y no lo impide.
Se ha vuelto a despertar. Llama Luis Enríquez, saliendo de cenar de casa de mi querido Juan Abarca. Luis le dice a Maria que hay que ir a Sevilla y Maria me dice que ya no le duele la cabeza y que vayamos mañana. Nadie cree a Maria. Todos reímos. Yo sé que le duele la cabeza, pero que si mañana fuéramos a Sevilla sería capaz de olvidarse del dolor que ahora no la deja dormir y lo pasaría tan bien como nosotros. Se vuelve a dormir sin rendirse del todo con lo de ir mañana a Sevilla. Pasada la medianoche llama el Padre Carlos, de regreso como cada martes de repartir comida a los pobres. ¿Tienen hambre? No tienen tanta hambre. Sobre todo están solos. Demasiada soledad. Podría ser la nuestra. Está cruzando nuestro jardín, camino de la iglesia. Maria se ha abrigado como una bola y corre hacia el ascensor sin que la pueda parar. «Déjame bajar a darle un abrazo y te prometo que no me despierto más».
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