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el retranqueo

Berni, tito, sé fuerte

Lo que alimenta el caso no es el cohecho. Es el proceso 'prostituyente' y ese olor a despensa cutre con chistorra

Manuel Marín

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Que haya un diputadillo de provincia fardón, chulesco, con su propio abuelo Florenci en el armario, sus fajos de billetes de doscientos euros, sus altillos de Ikea con un millón que apareció allí por un fallo de montaje del mueble, o que un mediador ase ... vacas como para atragantarse con el dinero de los parados, ya forma parte asentada del ideario colectivo. Nos han normalizado la basura a base de bien. Nos acosaron con aquello de la regeneración, la limpieza étnica de la corrupción, los bolsillos de cristal y la decencia. Y llegamos a creerlo, que podía ser, que tanta podredumbre se cargaba los palos del sombrajo y que la política era un noble y sacrificado ejercicio de servicio público. Todo sigue siendo mentira, y ahora, otra vez, la única respuesta son la improvisación acelerada y el miedo al titular y al caos. Ya no va a bastar con el doble rasero ideológico y con eso que tanto gusta a la izquierda de cerrar un cordón sanitario sobre su diputadillo de segunda RFEF, al que nadie dice conocer y todos conocían.

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