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café con neurosis

Desolación generalizada

Es desconsolador observar a los dirigentes echándose las culpas de su falta de eficacia para gestionar

Cuando la dignidad parece rebeldía

«La desigualdad está servida»

Luis del Val

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Desde hace 120.000 años, el homo sapiens ya estaba familiarizado con el bosque y el fuego. El bosque le proporcionaba hierbas y vegetales y, además, animales cuya caza le servía también de alimento. Precisamente para transformar y asar, tanto vegetales como la carne ... cazada, necesitaba del fuego. Y, a veces, un rayo, una centella que vagaba enloquecida en medio de la tormenta, provocaba el incendio del bosque, sin que el homo sapiens tuviese otro recurso que huir de las llamas, porque no poseía medios ni recursos para enfrentarse con los incendios. Es cierto que tampoco existían hijos de puta que, por entretenimiento o por maldad, provocaran los incendios. Sí, claro, muchas, muchísimas veces, al asar una pieza cazada, una aceleración del viento y un cambio inesperado podían originar la catástrofe, pero la experiencia llevó a nuestros antepasados a encender el fuego a la puerta de las cavernas, protegido del viento, hasta que evolucionamos tanto que el homo sapiens fue derivando en el gilipollas voluntario que se va a la linde del bosque a encender una barbacoa, para comerse una salchicha calentita o un torrezno crujiente, que será el prólogo de una tragedia.

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