café con neurosis
Desolación generalizada
Es desconsolador observar a los dirigentes echándose las culpas de su falta de eficacia para gestionar
Cuando la dignidad parece rebeldía
«La desigualdad está servida»
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Iniciar sesiónDesde hace 120.000 años, el homo sapiens ya estaba familiarizado con el bosque y el fuego. El bosque le proporcionaba hierbas y vegetales y, además, animales cuya caza le servía también de alimento. Precisamente para transformar y asar, tanto vegetales como la carne ... cazada, necesitaba del fuego. Y, a veces, un rayo, una centella que vagaba enloquecida en medio de la tormenta, provocaba el incendio del bosque, sin que el homo sapiens tuviese otro recurso que huir de las llamas, porque no poseía medios ni recursos para enfrentarse con los incendios. Es cierto que tampoco existían hijos de puta que, por entretenimiento o por maldad, provocaran los incendios. Sí, claro, muchas, muchísimas veces, al asar una pieza cazada, una aceleración del viento y un cambio inesperado podían originar la catástrofe, pero la experiencia llevó a nuestros antepasados a encender el fuego a la puerta de las cavernas, protegido del viento, hasta que evolucionamos tanto que el homo sapiens fue derivando en el gilipollas voluntario que se va a la linde del bosque a encender una barbacoa, para comerse una salchicha calentita o un torrezno crujiente, que será el prólogo de una tragedia.
Es desolador mirar a la colina, que ha pasado del verde de los perennifolios al gris oscuro, casi negro, del luto, y saber que a lo peor tú te vas a marchar para siempre sin ver renacer esos parajes.
Es desconsolador –junto al ejemplo de bomberos, guardas, militares, y pueblo llano, entregados a una lucha que llega a la heroicidad– observar a los dirigentes echándose las culpas de su falta de eficacia para gestionar, de su despreocupación por las víctimas, y de su obsesión para que todos sepamos quien es el que mejor cuenta la historieta para que sepamos que es el mejor. ¡No saben qué inmenso desprecio suscitan sus adolescentes y vanidosas maneras de egoístas 'cum laude'!
Desconsuela, también, comprobar que sobran políticos y hay una pavorosa falta de estadistas. El estadista es un político que no le importa trabajar para la próxima generación, o en un asunto, cuya cinta inaugural la cortará el siguiente mandatario, sea o no de su partido. El político más prolífico y abundante, sin embargo, es el que no sabe que ganar unas elecciones es sólo el medio para el fin de gobernar, no el fin en sí mismo. Y es desesperante que, en lugar de dedicarse a gestionar, consideren que –convertido el medio en fin– se dediquen a estar, y a prolongarse en el cargo, como si lo demás, o sea, lo importante, no fuera con ellos, sea una pandemia, unos incendios terribles e históricamente inusitados, mientras sigue la patada al balón, y aumenta la deuda pública, y se enrarece el sostenimiento del sistema de pensiones, y se celebran homenajes a los asesinos, sin que los delegados del Gobierno en la zona, intervengan con su autoridad, en unos actos repugnantes y nauseabundos, que son desconocidos en los países de la Unión Europea.
Y lo peor: la desolación generalizada continuará en septiembre.
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