LA BARBITÚRICA DE LA SEMANA
Morder un boli Bic
Mientras Yolanda Díaz juega a la democracia, Tsikhanouskaya y Matviichuk se juegan el pellejo
Mister Danger
El país de los ciegos
Esta semana se ha celebrado e Italia la cumbre 'Il Grand Continent', un foro internacional anual organizado por el grupo interdisciplinario 'Le Grand Continent', que reúne a líderes políticos, académicos y expertos para debatir los principales desafíos geopolíticos contemporáneos. Con un fuerte enfoque europeo y ... una perspectiva global, el encuentro aborda temas como democracia, seguridad, transición energética, economía, inteligencia artificial y gobernanza mundial. Participan en sus sesiones altos responsables –incluidos jefes de Estado y dirigentes europeos– y tiene por objetivo ofrecer un espacio de reflexión estratégica sobre las transformaciones que configuran el mundo multipolar actual. Europa es el tema de reunión y la democracia su objeto.
En el marco de este evento, moderados por Simon Kuper, periodista del 'Financial Times', han coincidido en la mesa 'Cómo prospera la democracia', Alain Berset, secretario general del Consejo de Europa; la ucraniana Oleksandra Matviichuk, presidenta del Centro para las Libertades Civiles y premio Nobel de la Paz 2022; Philip Pettit, profesor de Política y Valores Humanos en Princeton, así como Sviatlana Tsikhanouskaya, líder de la oposición en Bielorrusia, y Yolanda Díaz, vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo y Economía Social de España. Una vez expuesto el enunciado, la panorámica de la conversación resulta desoladora. No sabe aquel que escucha si frotarse los ojos o tirarse del cabello.
Mientras la española Díaz muerde el capuchón de su boli Bic y habla de una vivienda digna para los jóvenes, de una Europa comprometida con las celebraciones del Orgullo en Budapest y la jornada laboral reducida, Tsikhanouskaya interviene para señalar la diferencia de hablar de democracia en un país democrático y hacer lo mismo en otro donde impera el autoritarismo. La intervención de Tsikhanouskaya no contradice a nadie. Ella sólo intenta explicarse. A diferencia de Díaz, democráticamente elegida por los españoles, Sviatlana irrumpió en la política bielorrusa en 2020 al reemplazar en la carrera electoral a su esposo, detenido por las fuerzas de su país. Tsikhanouskaya se convirtió en candidata presidencial y principal rival de Lukashenko. Tras el fraude a las elecciones y bajo presión del régimen, se vio obligada a exiliarse en Lituania, desde donde asumió el liderazgo de la oposición democrática.
Convocadas para el mismo debate, lo que dicen una y otra suena a Norte. Yolanda Díaz, habla desde un sistema democrático y la otra, Tsikhanouskaya, desde su defenestración. Resulta extraña esta Europa en la que unos fabulan un gobierno demoscópico, mientras otros intentan –incluso en el exilio–, resistirse a cualquier experimento totalitario. Mordisquea su boli Díaz, mientras, en un momento crucial, la ucraniana Oleksandra Matviichuk asegura: «Estoy dispuesta a darle a Trump mi Nobel si consigue una paz justa y duradera en Ucrania». Escuchándolas, no sé si Yolanda Díaz juega a la democracia o si son Tsikhanouskaya y Matviichuk las que, literalmente, se juegan el pellejo.