POSTALES

Viejos rockeros y Rubiales

Mintió por décima o vigésima vez al consentir que su vicepresidenta abra el camino hacia la amnistía y el referéndum con el fugado Puigdemont

Lo quieren todo (05/09/2023)

Aguijonazos (03/09/2023)

Como lobos sobre el corderillo perdido se lanzó la brigada mediática sanchista para clamar: «¡Veis, veis como la derecha habla también con Puigdemont sobre sus demandas!». Claro que parte de la culpa la tuvo Alberto Núñez Feijóo, al usar la palabra «encaje» sin haber ... consultado antes el Diccionario al hablar con manipuladores del lenguaje. «Acción o efecto de encajar una cosa en otra», lo define el DRAE, para luego puntualizar: «Ajuste de dos piezas que cierran o se adaptar una a la otra», que esgrime el Gobierno para defender sus contactos con el fugado en Waterloo, sin que sirvan de nada las excusas que usa el líder del PP. Las comillas, sabido es, no existen en el lenguaje oral. Aparte de que lo importante no es que Núñez Feijóo lo niegue ahora. O que la vieja guardia socialista se rebele contra ello, sino que el propio Pedro Sánchez, el pasado 20 de julio (justo antes de las elecciones que le dejaron en segundo lugar) dijo: «Piden amnistía y referéndum. No han tenido amnistía y no ha habido referéndum, ni lo habrá». Mintiendo por décima o vigésima vez, ya que ha consentido que una vicepresidenta suya abra el camino hacia ambas cosas, y reciba las bofetadas destinadas a su cara como aquel caballero que envió a un criado a cobrar una deuda. Es otra de sus características, la de escurrir el bulto.

Sus palmeros no quedan bien, mientras arde indignada la vieja guardia socialista, la que mandó a Marx a las bibliotecas y reconvirtió aquel PSOE del socialismo extremo en una socialdemocracia, con ayuda alemana, y nos hizo europeos política y militarmente, ese viejo sueño de la progresía española. Ese sueño que un gobierno socialista está disipando al unirse a independentistas y extrema izquierda, en contra de lo que opinan la gran mayoría de los españoles, como recogen las encuestas y subrayan las elecciones. Y no porque Pedro Sánchez se lo crea, sino porque es el único camino que ve para seguir gobernando.

Ninguna prueba mejor que el último escándalo: el del beso de Luis Rubiales a Jenny Hermoso, que ha deslucido el éxito de nuestras futbolistas. Entiendo que haya quien lo defienda al menos hasta que sea condenado, si es que lo es. Pero que todo un presidente de la RFEF abrace y bese así a una jugadora, rematando el disparate, con un gesto obsceno en el palco del estadio de Sídney, me parece algo muy grave y me hace recordar uno de los consejos de Don Quijote a Sancho, gobernador de la ínsula: «Si acaso doblares la vara de la justicia, no sea con el peso de la dádiva, sino con el de la misericordia». Es decir, a favor del más pobre y desvalido. Que es el caso del que venimos discutiendo desde aquellos tristes sucesos.

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