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Y encima, Rubiales
Ha logrado convertir un beso de tornillo en un piquito y el fútbol femenino español en la comidilla mundial. Ya saben: que hablen de uno, aunque sea bien
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El encuentro Sánchez-Feijóo, o Feijóo-Sánchez, dio de sí lo que se esperaba; nada. Había demasiada distancia entre ellos, se habían volado demasiados puentes, cruzado demasiados insultos, incluso las circunstancias no ayudaban. Pedro Sánchez no podía aceptar la oferta de Alberto Núñez Feijóo ... de dejarle gobernar durante dos años para celebrar luego elecciones generales porque en el momento en que se anunciasen lloverían las inversiones en España, privándole de toda posibilidad de ganarlas, y Feijóo no podía aceptar que Sánchez copase los organismos superiores del Estado, la Justicia especialmente, porque no iba a comerse ni una rosca.
¿Que les queda? Pues el duelo como enemigos a muerte que son, más que rivales, conscientes ambos de que se juegan estar en la oposición por más de una legislatura. Un duelo en el que el Partido Popular tiene una bala de plata: que el PSOE tiene que apoyarse en secesionistas, que no se sienten españoles, y la extrema izquierda, que quiere acabar no ya con la España tradicional, sino con la surgida de la Transición, que transformó una dictadura en democracia sin derramamiento de sangre, nos metió en Europa y fue imitada por muchos países, sin lograrlo ninguno.
Mientras los catalanes, contrariamente a la fama de pacíficos que tienen, buscaron la independencia sublevándose, convirtiendo Barcelona en una orgía de asaltos y llamas, sin obtener otra cosa que el empobrecimiento de Cataluña. Los vascos, con una ETA manchada de sangre, han preferido intentar la vía negociadora. Su lehendakari ofrece un acuerdo sobre el «modelo territorial» en el que Euskadi recupere derechos históricos admitidos en la Constitución, aunque plenos, como Cataluña y Galicia, para alcanzar una «España multinacional».
Resulta significativo que Esquerra Republicana lo rechace, insistiendo en un referéndum de independencia y la amnistía de cuantos catalanistas están en la cárcel. Aunque más significativo es que al Gobierno Sánchez le parece «legal», pero lo rechaza. Es la táctica que viene usando para engañar a quienes aceptan ser engañados: el equívoco, como hicieron con la sedición, la malversación y los trabajadores fijos discontinuos (o son fijos o son discontinuos, ambas cosas no pueden serlo al mismo tiempo).
Es también la táctica de los trileros: ¿dónde está la bolita? Bajo esta chapa, no: bajo la otra, tampoco, está entre los dedos del trilero. De todo eso vamos a ver y oír mucho en los próximos tiempos. Como de Luis Rubiales, que ha logrado convertir un beso de tornillo en un piquito y el fútbol femenino español en la comidilla mundial. Y es que ya saben: que hablen de uno, aunque sea bien.