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la suerte contraria

El mundo de ayer

No soporto despertarme con la horrible sensación de que, quizá, los mejores momentos de la humanidad ya hayan tenido lugar

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José F. Peláez

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Uno tiene la extraña sensación de estar viviendo en las primeras páginas de 'El mundo de ayer', las que tienen lugar en la Viena de los valses, la ópera y el teatro. La ebullición cultural y ese ambiente de tolerancia que nos muestra Zweig ... hacen imposible intuir que, unas páginas después, llegaría el horror de la Primera Guerra Mundial, con más de diez millones de muertos. Y, poco después, la Segunda, con más de cincuenta. Para no verlo venir, no está mal. Y, sin embargo, lo único que encontramos al releer esa descripción de la Europa de principios del XX es placidez, refinamiento y sofisticación. Vemos una sociedad vienesa culta, rica y feliz en la que siquiera llegar a pensar en una guerra inminente habría sido una locura. La gente se divertía, salía a cenar, se enamoraba y escuchaba a Strauss, exactamente igual que hoy, solo que cambiando a Strauss por Bad Bunny. No parece eso que entendemos por 'clima pre bélico'. Ni tampoco los antecedentes que los manuales de historia citan como causas de un conflicto.

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