la suerte contraria
Madrid 1931, Madrid 2023
No hubo en el fin de la monarquía violencia, dramatismo ni amargura. Solo frivolidad y desinterés
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Iniciar sesiónDecía Pla que los hombres empiezan a ser señores cuando lo pierden todo. Yo creo que en realidad no se trata de no tener nada sino de no tener nada que ganar, que no es exactamente lo mismo que no tener nada que perder, ... aunque pueda parecerlo. Al señorío se puede llegar por la vía de la derrota, pero también por la de la victoria; por no tener nada o por tenerlo todo.
A la grandeza se llega o por vaciamiento o por acumulación, por éxito o por fracaso. Pero sea lo que sea tiene que ser enorme. A la mediocridad, en cambio, se llega por otro sitio, por la calle Ferraz, por las sopas de sobre, por las canciones del verano. El problema para la grandeza es la medianía, la vulgaridad, ese miedo que te sube por el pescuezo cuando todo el poder que tienes pende de un hilo. Y más si ese hilo se llama BOE. Porque una autoridad que no está basada en principios no es autoridad. Es solo poder conferido. Y siempre es temporal.
Pla se refería a las palabras de Alfonso XIII ante el advenimiento de la república: «La fuerza material no puede emplearse cuando no hay fuerza moral para ello». Pla apostilla: «Ante una acumulación de imponderables no hay resistencia posible». El 14 de abril de 1931 Madrid se levantó siendo una monarquía de quince siglos y por la tarde nadie lo recordaba. Quince siglos borrados por la sombra de un crepúsculo. Pla nos cuenta que a las cuatro de la tarde se izaba la bandera tricolor en el Palacio de Cibeles y que cuando se lo dice al 'maître' del Palace ni siquiera tiene interés en verlo: tiene mucho que hacer. En Madrid, ciudad de funcionarios, «la bandera más aceptada es la del sueldo».
Josep sube por Alcalá hasta Sol y observa que todos los comercios están retirando los símbolos monárquicos y sustituyéndolos por republicanos. Lo mismo sucede en teatros, hoteles y restaurantes. La gente pasea ajena a la historia, los caballos están tranquilos y todo se va sumergiendo en un aire como de verbena. Los transeúntes intentan cantar el himno de Riego, pero no se lo saben. Hay en las tabernas monosabios, banderilleros y criadas. Las instituciones se caen y los símbolos desaparecen ante la indiferencia de las elites y el pasotismo de los funcionarios. Simplemente no pasó nada. No hubo en el fin de la monarquía violencia, dramatismo ni amargura. Solo frivolidad y desinterés. A media tarde la república estaba instaurada en toda España.
Casi cien años después, en España el Estado de derecho es atacado por el PSOE y por sus socios. La democracia tal y como la conocemos puede desmoronarse esta misma semana al votarse una amnistía para los que dieron un golpe de Estado, para los que subvirtieron el orden constitucional y robaron al pueblo, para acusados de terrorismo y de prevaricación y, por si fuera poco, rompiendo por el camino el principio de igualdad, la separación de poderes y anticipando un referéndum que destruirá la nación. El ambiente recuerda demasiado al 31: España solo bosteza. La muerte del 78 nos pillará haciendo cola en Doña Manolita.
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