la suerte contraria
El León y los cristianos
Yo no creo que los creyentes seamos mejores, pero tampoco acepto que nos miren como si fuéramos imbéciles
Bárbaros a las puertas del Rin
El apagón y la oscuridad
Algunos nacen con el destino esculpido en el rostro. Hay niños que nacen con cara de funcionario, otros con cara de tenor y otros con cara de Papa, que es como la de obispo, pero baja en grasas. Supongo que, en el parto, el médico ... le dijo a su madre: «Enhorabuena, señora. Ha tenido usted un Papa». Porque hay que reconocer que Prevost tiene toda la pinta. Si hubiera un casting, sería el elegido. Así que comprendo la decisión del cónclave. En realidad, siempre la comprendo, yo fui muy de Juan Pablo II, muy de Benedicto XVI y muy de Francisco, porque lo que soy es católico. Me gustan todos los Papas y todos tienen algo que aportar al que, en lugar de a dar lecciones, se asome a sus palabras para recibirlas.
Ahora soy muy de León XIV. Me ha ganado, lo reconozco, soy un tipo fácil. Vi su proclamación en casa, junto a mi hija, igual que la vez anterior. Y, al igual que entonces, me emocioné. Supongo que lo hice por empatía ante ese rostro roto por la emoción contenida, ante esa cara que parecía estar aceptando a la vez una cruz, las fuerzas para cargarla y la oración de mil quinientos millones de cirineos dispuestos a ayudarle. El catolicismo está de enhorabuena y vuelve a dar una lección: cuando el mundo parece haberse vuelto loco, la Iglesia se vuelve aún más sensata con una elección cargada de sentido. Ya dijo Ratzinger que, en la Iglesia, lo contrario de conservador no es progresista, sino misionero. Y Jesús obliga a la Iglesia a ser misionera, así que cierren ustedes el silogismo y huyan de la politización.
Esta evidente superioridad moral, intelectual y estratégica de la Iglesia parece transitar en una relación inversa al mundo: cuanto peor va todo fuera, mejor funcionan las cabezas ahí dentro; cuanto más odio, más inteligencia; cuanta más oscuridad, más lucidez. El Papa es filósofo, matemático, doctor en derecho canónico y misionero. Es una buena demostración de que fe y razón no solo pueden ser compatibles, sino que necesariamente han de serlo. Porque la Verdad es solo una. Yo no creo que los creyentes seamos mejores, pero tampoco acepto que nos miren como si fuéramos imbéciles. Entiendo que es difícil entender que alguien crea en el Espíritu Santo, pero es que yo creo. Y además firmemente. Y agradezco el respeto de los que, sin comprendernos, nos respetan. La verdad es que yo tampoco lo entiendo. No puedo explicarlo, pero he notado su presencia muchas veces. Las suficientes como para estar convencido de que existe y de que comparece en forma de suerte, de casualidades y de iluminaciones. La gracia es un don que precede a la fe. Solo queda que los que la hemos recibido demos testimonio. Y que lo demos donde hay que darlo, que es en la frontera.
No deja de tener gracia que elija llamarse León en la ciudad en la que los leones devoraban a los cristianos. Pero me gusta la idea: puesto que el león ya no se come a los cristianos, nos conformaremos con que, en justa correspondencia, los cristianos tampoco se coman al León. Ese sería un buen comienzo.
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