la suerte contraria
Complejos de pobres
La España de Sánchez y Ábalos es la de Belén Esteban y el 'chuminero'. O sea, la de cuatro horteras con dinero
El León y los cristianos
Bárbaros a las puertas del Rin
Es cierto que ninguno aguantaríamos la 'pena de whatsapp', que todos aflojamos la lengua en determinadas situaciones y que nadie está libre de 'macarrear'. Pero también es cierto que ninguno somos presidentes del Gobierno. A él se le presupone talla humana, preparación intelectual y una ... etiqueta que incluye el teléfono. No hace falta que su manera de proceder nos haga sentir orgullosos, pero conviene que, al menos, no nos haga sentir la vergüenza triste del que tiene una madre borracha.
Lamentablemente, en España, no tenemos un presidente del Gobierno al uso sino un hombre resentido y acomplejado. En vez de una persona que aspira a lo virtuoso, lidiamos con una personalidad límite, inestable y con problemas para controlar sus emociones. Hasta ayer todo esto podíamos suponerlo al verlo tensar sus articulaciones temporomandibulares como si fueran cuerdas de contrabajo. Sospechábamos de su debilidad al verlo venirse abajo cuando se siente humillado y podíamos imaginar cómo es en la intimidad al verlo reaccionar en público. Desde ayer, no tenemos dudas. Las conversaciones entre Sánchez y Ábalos que publica 'El Mundo' muestran a una persona agresiva, vengativa y con una peligrosa y oscura forma de ejercer el poder.
La relación que se vislumbra entre Ábalos y Sánchez es la de un hombre que hace el trabajo sucio a otro hombre cruel. En las indicaciones de Sánchez no aparece un gesto de humanidad, una argumentación medida ni un intento de grandeza. Muy al contrario, sus indicaciones son una mezcla entre Torrente y Makinavaja. Me temo que se ve a sí mismo como Michael Corleone dando órdenes a Luca Brasi en 'El Padrino'. Pero, en realidad, se parece más a Antonio Recio hablando con Amador en 'La que se avecina'.
«Petardo, vomitivo, impresentable, hipócrita», para referirse a Lambán, Page o Fernández Vara. «Pégale un toque y que deje de tocar los cojones», le indica. «Hay que seguir marcándoles, deben saber que son minoría». Por cierto, que yo no sé qué es, en su jerga, dar 'un toque' o 'marcar' a alguien. Y prefiero no saberlo. «Felipe es pura amargura». «Susana está jodida». Especial interés esto: «Luego bien que pedirá recursos de esos presupuestos que critica», lo que demuestra su concepto patrimonial del poder, del dinero y del Estado. Pero lo mejor es la respuesta de Ábalos: «Complejos de pobres». Yo no sé qué pasaría si esta manera de referirse a los pobres se la pilláramos al número 2 del PP, en conversación con el número 1. Pero sé lo que le va a pasar a él: nada.
La España de Sánchez y Ábalos es la de Belén Esteban y el 'chuminero'. O sea, la de cuatro horteras con dinero y un fuerte olor a pies. Sus compañeros, que lo conocen, lo echaron a patadas de Ferraz por estas cosas y hay quien apuesta que acabará por perder los nervios en público. En cualquier caso, si un equipo se parece a su entrenador, un partido se parece a su líder. Por eso cabe recordar que solo hay algo peor que ser un mediocre: ser el subalterno de un mediocre. Y, por debajo, su matón.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete