EN OBSERVACIÓN
Pedro Sánchez y la patrulla canina
El líder del PSOE traza la senda de la sumisión como manual para militantes
Hamás pone fecha y lema a su Congreso Federal
Machismo, 6; Racismo, 0
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Iniciar sesiónNo fue anecdótico, ni casual, que Pedro Sánchez comenzara su alocución en el comité federal convocado en Ferraz con unas conmovedoras palabras de agradecimiento a quienes el pasado abril protagonizaron uno de los episodios más vergonzantes –junto al de su destitución en octubre de ... 2016– de la reciente historia del PSOE. Formulada por Teresa Ribera durante la convalecencia emocional del jefe del Ejecutivo, cinco días de baja por reflexión, aquella mutación genética de la militancia socialista en rehala canina –«Nos pueden llamar perros porque somos fieles y leales», clamó o ladró Ribera– vino a establecer el modelo de sumisión que caracteriza al mejor amigo del hombre y, desde aquellos días de primavera y astenia presidencial, a las mejores amigas del secretario general socialista. Más expresiva, coreográficamente imbatible, Chiqui se reservó para el pasacalles.
No fue fortuito que Pedro Sánchez se deshiciera en elogios a quienes el pasado 27 de abril le mostraron su «afecto» y «comprensión» desde la tribuna y la acera de la calle de Ferraz, ermita de una magna romería de fieles arrodillados, portadores de unos simpecados bordados en hilo de oro con el lema «Sine labe concepta». Sin pecado concebido, como Begoña. ¿Cuándo sacan a la Virgen? Cuando quieran los almonteños. El salto de la reja, Pentecostés en abril, fue soberbio. El dogma del Inmaculado lo merecía.
No fue circunstancial que Pedro Sánchez, enternecido por el recuerdo de aquella demostración de adhesión inquebrantable, recurriera ante los miembros del comité federal de su partido al victimismo que rezumaba su primera 'Carta a la ciudadanía' y a la campaña de acoso que entre insultos y amenazas –dijo también– sufre por parte de la filial española de una internacional ultraderechista (sic) a cuyo frente sitúa ya, haciendo amigos, a Donald Trump. Pedro Sánchez se presenta como el último eslabón de la cadena de hostigamientos que ha sufrido –recordó– un PSOE históricamente marcado por la persecución y el exilio.
No fue, en definitiva, inopinado que el secretario general del Partido Socialista pusiera como ejemplo de militancia a quienes en abril hicieron profesión de fe en la sede de Ferraz y se postraron ante su imagen, tallada, como su cara, en hormigón armado (anónimo del siglo XXI). Pedro Sánchez no quiere dirigir un partido, sino una patrulla canina a la que recompensar con chuches cuando orina donde y cuando debe, una compañía estable de mascotas que no muerda la mano que le da de comer. Bienestar animal. Sánchez dejó claro en Ferraz cuál es el modelo de PSOE que va a liderar, valga la redundancia. Ahí no caben Page, Lambán, Gallardo, Lobato o cualquier otro barón sin adiestrar y con malestar animal. Fingir la articulación de un debate que gira sobre la igualdad y la solidaridad –valores republicanos–, hacer el paripé de un comité federal o montar un congreso como el que organiza una exhibición canina de acrobacias es el margen de maniobra que permite Sánchez a quienes a partir de ahora quieran acompañarlo.
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