EN OBSERVACIÓN

Dos guerras santas

La UME combate el cambio climático y Donald Trump batalla contra los hispanos

Cerdán ya es pop

A cada Sánchez le llega su Ventorro

21/07/2025
Actualizado a las 19:24h.

Han puesto drones –de infantería, a ras del suelo– en la puerta de las bases de la UME para informar al minuto de la actividad de nuestras aguerridas tropas. «Salida del primer elemento de intervención #BIEM5 desde la base Conde de Gazola #León para sumarse ... a las unidades del #BIEM1 y colaborar en los trabajos de extinción del #IFNavaluenga». «Unidades del Primer Batallon de Intervención #BIEM1 salen de su base en Torrejón para sumarse a las misiones de extinción del #IFNavaluenga #Ávila». «Salida del Batallón de Intervención en Emergencias #BIEM3 de su base en Bétera #Valencia para colaborar en las misiones de extinción del #IFIbi #Alicante». Cuando se dan la vuelta y regresan de batirse el cobre contra el enemigo también dan un último parte de guerra, como Franco en Burgos. «Finalizadas las misiones asignadas a la #UME en las #Inundaciones #RiberaDelEbro, las unidades del #BIEM4 inician un repliegue escalonado a su base de #Zaragoza». Así están todo el santo día, incluso cuando van a arreglar una tubería en Ávila, donde se habían quedado sin agua del grifo. Prohibidos los enanitos de fiesta de cumpleaños y el bombero torero, nos queda el número del soldado bombero como elemento de transgresión, en este caso militar.

«El cambio climático mata», dijo con solemnidad globalista Pedro Sánchez en Bakú, donde se fue a quemar rueda y combustible –dicen los de la trama de los hidrocarburos que 77.624 litros de queroseno de aviación– tras la riada de Valencia. «Si quieren guerra, que la pidan», dijo al volver, en referencia a unos fenómenos meteorológicos a los que se la tiene jurada y a los que dedica toda su estrategia bélica. Es el enemigo el que da forma, por simple reacción, a la logística defensiva de aquellos países que se sienten amenazados, si no agredidos. Aquí vamos contra el fuego cuando hace calor, el agua cuando llueve y los volcanes cuando se ponen tontos. Con el 5 por ciento del PIB comprometido en La Haya nos va a quedar esto que ni el Generalife.

Si Sánchez está en guerra contra el tiempo que hace, el que lleva las cuentas y las comisiones de toda esta contraofensiva, híbrida y unilateral, cada cual a lo suyo, manda a sus soldados contra el fenómeno de la inmigración, también convertido en dogma de una guerra tan santa y profética como la del cambio climático. «Generaciones de héroes del Ejército no derramaron su sangre en costas lejanas para ver nuestro país destruido por una invasión y por la anarquía del Tercer Mundo, como está ocurriendo en California«, dijo Donald Trump el pasado mayo, tras desplegar a los marines en Los Ángeles.

Si el Puy du Fou que hace un mes montó Trump en California desgrava en la declaración de la renta de la OTAN, y partiendo del principio de que en la guerra santa todo vale, Sánchez está tardando en fichar al asesor fiscal de Ana Duato y a Cristóbal Montoro, del mismo ramo, para tratar de meter como gasto defensivo lo de arreglar tuberías, limpiar calles de barro o echar una mano en el monte. Cada uno es muy libre de inventarse enemigos y fantasmas, y de instrumentalizar el miedo que provocan, pero hemos alcanzado tal grado de sofisticación bélica, de altura teologal y de negacionismo cruzado que desde el mismo bando –la OTAN del 5 por ciento– dos aliados impugnan la existencia de la amenaza que por lo más sagrado combate el de enfrente, que es el de al lado.