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una raya en el agua

Jacobinos

La existencia de una izquierda antinacionalista es un mito, un vestigio de la Transición enterrado por el sanchismo

Tarugos y asustaviejas (3/1/24)

La política agostada (2/1/24)

Ignacio Camacho

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Hubo un tiempo en que la política española discutía de asuntos extravagantes: impuestos, gasto público, articulación institucional, educación, sanidad, déficit, industria, infraestructuras, pensiones. Era en esas materias donde los grandes partidos mostraban sus diferencias, y las aparcaban para pactar contra el terrorismo, negociar las cuestiones ... de Estado, defender la monarquía y asentar las bases del sistema. Fue una etapa ominosa que produjo la desagradable consecuencia de reconstruir el país, desarrollar la Constitución y proyectar la España moderna en el marco de la Unión Europea. Por fortuna apenas duró un par de décadas y media. Luego, la crisis financiera mundial permitió que formaciones emergentes plantearan al fin debates cruciales sobre materias de interés verdadero: nuevos estatutos de autonomía, soberanismo fiscal, memoria histórica, leyes de género. Los acuerdos contra ETA se convirtieron en acuerdos con ETA, el acento ideológico se impuso sobre el consenso, los populismos abrieron la vía del auténtico progreso y la gobernación del Estado descansó sobre la innata generosidad de los nacionalismos periféricos. Gracias a la irrupción de fuerzas renovadoras como Podemos, el PSOE rompió su castradora complicidad con el tardofranquismo y luego Vox empujó al PP a abandonar sus complejos de centro. Instalados en la destrucción creativa y el vértigo del enfrentamiento, los españoles disfrutamos de un brillante ciclo de éxitos.

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