DIARIO DE UN OPTIMISTA
Genocidio verdadero y falso
El genocidio fundador, inseparable del concepto, es el Holocausto de los judíos; nadie lo refuta, salvo algunos negacionistas del Holocausto para quienes la verdad cuenta menos que su odio a los judíos. Por eso es escandaloso ver cómo resurge este término en relación con el conflicto de Gaza, esta vez utilizado contra los propios judíos
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Algunas palabras son como bombas explosivas y solo deben utilizarse con extrema precaución. Genocidio es una de ellas. Quizá sea la más peligrosa de usar, sobre todo cuando la emplean indebidamente políticos demagogos y pseudointelectuales. Desde que el Ejército israelí invadió Gaza en respuesta ... al pogromo perpetrado por Hamás el 7 de octubre de 2023, el término 'genocidio' ha sido utilizado una y otra vez por tribunos de izquierda y extrema izquierda contra Israel, no contra Hamás. Este vocablo, que remite inmediatamente al exterminio del pueblo judío a manos de los nazis, se utiliza ahora contra los judíos y revela el resurgimiento de un antisemitismo que avanza disfrazado, con el pretexto de defender la causa palestina. El término genocidio no debería utilizarse sobre todo porque recuerda a la peor masacre de la historia moderna, pero también porque tiene una definición jurídica precisa y reciente, reconocida internacionalmente. En la década de 1920, Raphaël Lemkin, un catedrático de Derecho Internacional en la Universidad de Lviv –entonces en Polonia, hoy en Ucrania–, se preguntó cómo castigar a los gobiernos que se entregaban a atrocidades sin precedentes más allá de la guerra convencional. Su pregunta surgió a raíz de la masacre de armenios perpetrada por el Ejército otomano en 1915; armenios de todas las edades fueron exterminados por el mero hecho de ser armenios. Al mismo tiempo que los expulsaban o asesinaban, los otomanos arrasaban iglesias y cementerios como si quisieran borrar todo rastro de su civilización milenaria. ¿Cómo, se preguntaba Kimmel (sic), se podía castigar al Gobierno otomano, que se convirtió en el Gobierno turco después de 1920? Era necesario definir la masacre con precisión y encontrar la palabra adecuada que serviría de base para llevar a los responsables ante un tribunal internacional. Así fue como Lemkin creó el término 'genocidio'. Curiosamente, no fue utilizado por el Tribunal de Núremberg, el primer tribunal penal internacional de la historia, que juzgó a los dirigentes nazis en 1945; prefirió (bajo la presión de los soviéticos, que temían ser acusados de la deportación de los tártaros de Crimea) el concepto jurídico de «crimen contra la humanidad», establecido también por uno de los compañeros de Lemkin en Lviv, Hersch Lauterpacht. Hubo que esperar hasta 1947 para que Naciones Unidas adoptara una convención sobre el genocidio que pudiera servir de base para las penas impuestas por un tribunal internacional. El genocidio así definido presupone que un Gobierno decide exterminar a un pueblo por su pertenencia étnica, cultural o religiosa, y que, además, se esfuerza por borrar todo rastro de ese pueblo. Los armenios, aunque dieron origen al término, nunca han obtenido ningún veredicto, ya que los autores del crimen hace tiempo que desaparecieron. Pero la mayoría de los parlamentos democráticos han reconocido que sí hubo genocidio, una satisfacción moral que los Gobiernos turcos se empeñan en negar.
Por tanto, el genocidio fundador, indiscutible e inseparable del concepto, es el Holocausto de los judíos; nadie lo refuta, salvo algunos negacionistas del Holocausto para quienes la verdad cuenta menos que su odio a los judíos. Por eso es escandaloso ver cómo resurge este término en relación con el conflicto de Gaza, esta vez utilizado contra los propios judíos. Se trata de una perversión del lenguaje y del pensamiento, ya que acusar a Israel de genocidio es negar implícitamente que Israel fue víctima del peor genocidio de la historia, antes de que la palabra existiera en la legislación. Con arreglo a la jurisprudencia, la primera condena legal por genocidio la dictó en 2007 el Tribunal Penal para Yugoslavia contra los dirigentes serbios por haber intentado exterminar a los bosnios por ser bosnios. Sin embargo, el Tribunal fue prudente, ya que no acusó al Gobierno serbio de genocidio, sino que solamente describió determinados «actos genocidas», en concreto la masacre de 8.000 bosnios en Sebrenica en 1995, asesinados a causa de su origen. El segundo genocidio reconocido por un tribunal, en el año 2012, fue el de los tutsis perpetrado por los hutus en 1994. Este genocidio, también indiscutible, fue investigado por el Tribunal de Ruanda, reunido en Arusha, en Tanzania, a fin de dirimir el caso entre africanos.
Volviendo a Gaza, no tiene sentido, sin un juicio, calificar el conflicto de genocidio. Si nos atenemos a los hechos, el Ejército israelí no está cometiendo un genocidio, sino que pretende destruir un movimiento terrorista, Hamás, que se esconde entre la población civil, una técnica típica de los movimientos terroristas que explica por sí sola el elevado número de civiles muertos.
Obviamente, el hecho de que algunos miembros de la izquierda en Europa y en Estados Unidos acusen a Israel de genocidio beneficia enormemente a Hamás. No hay mejores propagandistas que los idiotas útiles que quieren hacer creer a la gente que Hamás lucha por la independencia de Palestina. No es así en absoluto: el objetivo de Hamás es, en primer lugar, borrar a Israel del mapa –lo que sería un verdadero genocidio– y, en segundo lugar, crear una teocracia al estilo iraní en el emplazamiento actual de Israel, Cisjordania y Gaza. Por lo tanto, debemos preocuparnos y condenar el interminable conflicto en Gaza, siempre que no olvidemos la masacre de judíos del 7 de octubre y comprendamos que el Ejército israelí no está en guerra contra los palestinos, sino contra Hamás. Cada vez que algún idiota útil en Occidente utiliza desgraciadamente el explosivo término 'genocidio' es como si estuviera distribuyendo armas a Hamás, permitiéndole seguir luchando en detrimento tanto de los israelíes como de los palestinos. Y si fueran honestos, ¿no deberían los amantes de las causas angelicales denunciar la aniquilación de los uigures por el Gobierno chino y la de los rohinyás por el Gobierno birmano? ¿Por qué no se ha pedido al Tribunal Internacional de Justicia de La Haya, creado por la ONU, que intervenga en estos casos, cuando los genocidios en cuestión son indiscutibles?