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EDITORIAL

El Supremo apunta a Moncloa

Sánchez ve cómo 'su' fiscal general, aquel al que había que pedir perdón, queda retratado en el auto del TS como el jerarca de una trama para cometer un delito de revelación de secretos

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Con su citación para declarar ante el magistrado instructor de la Sala Segunda, la situación de Álvaro García Ortiz ha pasado de insostenible a ilegítima. Su permanencia al frente de la Fiscalía provoca en esta institución una crisis sin precedentes, al convertirse en el primer ... fiscal general del Estado que es llamado a declarar como investigado y que se atreve a mantener la jefatura de los acusadores públicos en tal circunstancia. El auto del magistrado Ángel Hurtado, con todo lo provisional que es, dada la fase del proceso en que se encuentra, y sin merma de la presunción de inocencia, narra una secuencia de indicios documentados que ponen a García Ortiz tanto a las puertas de su imputación formal como del banquillo de los acusados. En este caso no servirán las tretas legislativas que urde el Gobierno para anular a la acusación popular, porque está personada la víctima como acusadora particular. Pedro Sánchez ve así como 'su' fiscal general, aquel al que había que pedir perdón porque su teléfono móvil estaba «limpio», queda retratado en el auto del Tribunal Supremo como el jerarca de una trama coordinada de fiscales obedientes para cometer un delito de revelación de secretos. Si no es un grupo criminal, en sentido estricto, se le parece mucho. No ha servido de nada buscar como coartada al jefe de Gabinete de Díaz Ayuso, ni orquestar el mantra de que García Ortiz y sus fiscales de confianza se limitaron a combatir un bulo.

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