Lo que no es opacidad es propaganda

Pese a las reiteradas llamadas al orden de Transparencia, el Ejecutivo hace oídos sordos e ignora sus dictámenes, haciendo de sus ejercicios de opacidad no solo un error circunstancial, sino una genuina actividad política, basada en el encubrimiento. Quienes se presentaron ante la sociedad española como apóstoles de la regeneración democrática e institucional no han hecho en los últimos cinco años sino esconder su gestión bajo un manto de propaganda. No es esa precisamente la forma de comunicar que exige Transparencia y demanda una sociedad libre y madura.