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EDITORIAL

El juramento idóneo de la Princesa de Asturias

Pretender ofrecer la imagen, por intereses políticos espurios, de que la inestabilidad política ha de afectar al compromiso de la Corona con la legalidad es tanto como aspirar a que la Monarquía se desvincule del destino de nuestra nación

Editorial ABC

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EL próximo 31 de octubre la Princesa de Asturias cumplirá 18 años y, al igual que hizo su padre, Su Majestad el Rey, deberá jurar la Constitución y formalizar un ejercicio de acatamiento, respeto y compromiso expreso de cumplimiento. Lógicamente, el gesto no tiene nada ... de inocuo porque sienta las bases de una fidelidad y una lealtad, presente y futura, a la norma común que nos dimos los españoles en 1978. Y más aún, en un momento político de drástica polarización y de exigencias del nacionalismo y del separatismo, con un marchamo de inconstitucionalidad evidente. Jurar la Constitución significa jurar lealtad a todos sus principios y valores, a todos sus artículos y, por supuesto, al profundo espíritu de concordia, reconciliación y pluralidad que los caracteriza. Es, incluso, la reafirmación del pacto explícito suscrito por la Corona con todos los españoles para la configuración de una monarquía parlamentaria que ha permitido consagrar en España la etapa de progreso, desarrollo social y bienestar más fructífera en siglos. Por eso, el juramento de la Princesa de Asturias adquiere un valor incalculable de sincronía con la sociedad española y de completa comprensión de lo que significan nuestro ordenamiento jurídico y las bases de una convivencia en paz.

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