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Otro chivo expiatorio de Sánchez

El ataque del Gobierno a las universidades privadas es sólo un pretexto para ocultar el descenso cualitativo que ha sufrido la enseñanza superior pública en los últimos años

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El presidente del Gobierno tiende a anunciar iniciativas como si hubiera llegado al poder hace unos días y nada de lo que llevara ocurriendo desde 2018 tuviera que ver con él o con su Gobierno. El hilo conductor de sus revelaciones salvadoras suelen ser los ... polos de pensamiento crítico, como jueces y medios de comunicación. Ayer le llegó el turno a las universidades privadas, sometidas desde hace meses a una campaña de descalificación bien orquestada entre partidos de izquierda y medios afines y señaladas como actores de un mercado barato de titulaciones. Sánchez dijo ayer, literalmente, que «vamos a combatir el avance de centros privados que priman sin rigor y sin escrúpulos el negocio sobre la calidad. Esos chiringuitos que no cumplen el nivel que cabe exigirle a nuestra educación superior, dañando el conjunto del sistema». La indefinición de Sánchez en este diagnóstico sobre la universidad privada es calumniosa y, en su caso personal, hasta temeraria pues su relación con el asunto no es precisamente ejemplar, ni porque el mismo se licenció en un centro privado ni por cómo obtuvo su tesis doctoral –también en una privada– ni por la oportuna colaboración de su esposa con otra universidad también privada nada más llegar a La Moncloa, al margen de que luego Begoña Gómez hizo negocios particulares en la Complutense. Media docena de ministros también se licenciaron en centros privados.

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