taconeando

Metafísicamente monárquicos

Don Juan Carlos ha sido más relevante en el devenir político de su país que la Reina de Inglaterra en el suyo

Por cosas del protocolo los Reyes han sido sentados junto a los Eméritos en el funeral de la reina Isabel II en la Abadía de Westminster. ¡Revolución!, han gritado los vigilantes del funeral ante la imagen de los cuatro. Con estas salidas de tono, los ... cruzados de la causa van promiseando hacia una república; nada excita más su rabia que un Borbón caído. Ya odiado por su antiguo liderazgo, el Emérito ahora es despreciado por su declive. Pero al quedarse ahí, tan bien sentado, Don Juan Carlos va a encarnar la serpiente borbónica de la Historia, que sigue su marcha adaptándose a los tiempos modernos. La mayoría silenciosa no opina mucho pero vocifera God save the Queen!, más alto que los propios británicos.

Lo que pasa es que éste es un país singular. La monarquía tiene que inventar una nueva fórmula, porque en España la cancelación te afecta por ser pro español lo mismo que por no ser de izquierdas. Unos arden en la pira y otros yacen cada vez más olvidados. El antiguo monarca vive olvidado en Emiratos como un rey de hotel y los españoles nada sabíamos de Doña Sofía. Lo que acabamos de ver en la Abadía de Westminster podría hacernos reflexionar. Poco le agradecemos los servicios prestados durante la Transición y así, con tanto silencio mortuorio lo único que se lee en los periódicos son las declaraciones de Echenique. Don Juan Carlos ha sido más relevante en el devenir político de su país que la reina de Inglaterra en el suyo, y no digamos ya, que este señor. Y si vacilar es perdernos, y esta vacilación presagia el futuro de las naciones, el nuestro es sombrío.

Mi única esperanza es que el temperamento español, unido a nuestro impulso de lucha contra todo lo existente, nos llevará a movernos por fuerzas de antagonismo en el momento preciso. En España, haber pilotado la Transición genera escaso rédito a la monarquía, pero si esta izquierda se posiciona contra los Borbones, muchos se harán monárquicos hasta la médula o metafísicamente monárquicos, como Dalí. Ser español es ser, ante todo, un antagonista. Por eso llevo años diciendo que Echenique es quien nos convertirá a todos, incluidos a los cuatro republicanos, en juancarlistas. Estas fuerzas antagónicas son el rasgo más puro del español, el nervio que nos hace levantarnos del sillón, el estertor que devuelve el pulso a España (lo decía Francisco Silvela).

La izquierda, en sus batallas contra España ha perdido pelo, pasea abrigos de pobreza y ha acabado alternando con personajes tan estupefacientes como Otegi, convertido en un Che Guevara de porrito. Los españoles necesitan una monarquía prodigiosa que magnifique la Nación española, eso sí, dentro de la tónica moderna de los tiempos. Pero si aquí reina el silencio mortuorio, y si nadie valora el legado político de nuestro Don Juan, no tendremos muchos incentivos para seguir creyendo en aquello que somos. Don Juan Carlos corre el riesgo de ser el único Rey auténtico de España que nazca y muera fuera de su país. Y en nuestras manos, como españoles, está evitarlo.

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