taconeando
Frivolidad y España
Nadie sospechaba que el avance era un proyecto trapicheante que ponía a unas provincias contra otras a base de chantaje
De pactos y cuchillos (26/7/2023)
Falsas atribuciones (19/7/2023)
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Iniciar sesiónCon Otegi en el gobierno, Puigdemont cavando su trinchera en Waterloo, Aragonés exigiendo un referéndum y Podemos condicionando sus votos a sillones, en fin, comienza la búsqueda del «turrón» de las Españas. No hay nada más español que el «qué hay de lo mío» ... y todas las boinas locales ya están en la venta del general Sánchez a ver si les cae un ministerio. La compraventa empezó el domingo, con la fiesta anunciada por megáfono, pero al señor Sánchez no acaba de salirle el gobierno. Creíamos que se juntaban por el avance, ese bonito eslogan, pero él ha preferido incendiar España por las cuatro esquinas, y ya vamos viendo de qué van los pactos. Nadie sospechaba que el avance era un proyecto trapicheante que ponía a unas provincias contra otras a base de chantaje, monetario y del otro. Éstos cuando empobrecen a España, lo hacen por casualidad, que a ninguno le interesa matarnos de hambre por frivolidad. Azorín ha escrito que las dos palabras fundamentales del 98 eran Frivolidad y España, y parece que algunos hemos regresado esta semana al mismo concepto que Unamuno, Baroja, Maeztu o Azorín tenían de nuestro país. Se nos ha puesto el mismo acento pesimista, desalentador —sobre todo tras las elecciones. Ya lo dijo Azorín, que aquella generación estaba cansada, porque luchaba contra la frivolidad de su tiempo. Como esta España, que está cansada de poner fe, confianza, amor, escrupulosidad y trabajo para después ser insultada. Para eso criamos cuervos, para que nos vendan sus males frívolos de campaña. En el mal nuevo, aunque sea inventado, se hace soluble el mal viejo de siempre, o sea el «qué hay de lo mío». Contemplamos, así, los pactos de gobierno, que nos pesan ahí donde vamos, y más donde la gente es ligera y frívola. Azorín escribe sobre esta España que anda arrastrando siempre su gravedad castellana. La palabra Frivolidad en la escuela del 98 representa la parte negativa, y la palabra España lo constructivo. «Se nos combatía frívolamente», dice el maestro. Creo que la gravedad castellana, que éstos del 98 consideraban tan perdurable y noble, es lo que nuestras izquierdas hoy denuncian con frivolidad como 'retroceso'. Y más que retroceso hoy vemos cansancio e incluso voluntad de desembarazarse de todo el mobiliario que hemos ido acumulando a lo largo de los siglos. ¡Cómo pesa el mobiliario español! Es tan pesado que algunos van regalando todos los muebles de la casa y se quedan con el rosario de la abuela. Así, rezando, se liberarán de la constante crítica. Ese progresismo instalado trabaja con la constante crítica desde los medios, el aparato de la cultura y la información. Y sí, ya sabemos, que todas esas etiquetas no son más que una frivolidad y un esnobismo, pero los graves castellanos no saben, ay, ni pueden sostener el peso de tantísima frivolidad. Mientras, los progresistas de cierto andan por ahí diciendo verdades como los borrachos: ¡Qué hay de lo mío, Sánchez! O sea, lo de toda la vida.
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