taconeando
Falsas atribuciones
Es una prosa funcionarial que huele a sótano cerrado de La Moncloa y no sirve ni para chisme
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Iniciar sesiónNo hay que hacer caso de cuentos ni del cuento. Entre los articulistas, los funcionarios jaraneros y los ministros de zambomba, entre todos los trepas y tropas de la prensa canallesca han lanzado la traca final de la campaña. Son demasiados para salir todos a ... la vez, con la mentira por delante. Y en estas que llegó el glorioso tirón de orejas de Von der Leyen. Ha desmentido categóricamente la declaración que le atribuyen las misteriosas fuentes de Vidal-Folch, y ahora solo falta que las fuentes de Vidal-Folch nieguen ser de confianza. Es a todas luces una falsa atribución, falacia que ocurre cuando alguien recurre a una fuente irrelevante, incompetente, no identificada o fabricada. De estos equilibrios de poder, de las cuestiones deontológicas del periodismo, es de lo que se ha hablado estos días en los Premios Cavia, y en los corrillos de periodistas de Madrid. La sumisión de la verdad al poder está en el corazón de la modernidad. Las mentiras y una comprensión elástica de la verdad son un sello distintivo de muchos y muy diferentes políticos, pero habría que incluir a periodistas que recurren a la información falsa. A efectos prácticos, una información que no puede verificarse es indemostrable, es un cuento, un rumor. Y no es solo una cuestión deontológica, es una cuestión, ya digo, democrática.
Según Hannah Arendt, los sujetos ideales del gobierno totalitario son las personas para quienes la distinción entre realidad y ficción y la distinción entre verdadero y falso (es decir, los estándares de pensamiento) ya no existen. Entre esto y lo otro hemos llegado a la sinceridad a la inversa y las verdades falsas, al trafico ilimitado de mentiras, rumores y bulos. Podríamos pensar en estándares de pensamiento realista y platonismo político para aludir a dos tipos de imaginación cívica, periodística y literaria, e ilustrar ejemplos de platonismo sacando artículos y prosa de almacén. Pero lo que llama la atención hoy es la pereza de la mentira, porque la cosa ha nacido de una misteriosa fuente que son siempre los mismos con las consignas de siempre. Es una prosa funcionarial que huele a sótano cerrado de La Moncloa y no sirve ni para chisme.
No sabemos si es la desesperación o los nervios, pero parece que la palabra fácil y falsa en campaña no tiene ningún freno. Aún podrían sacarse algún conejo de la chistera de aquí al domingo, y mi frustración es que aún no me hayan tentado para ser una fuente de confianza. La reacción de Von der Leyen ha sido importante, no recuerdo un desmentido tan sonoro de la Comisión a un periodista. Y a este paso, evitar el descalabro del socialismo en las urnas ya viene siendo 'la verdadera campaña'. Pero además, supuestamente, los periodistas éramos los que no debían dejarse engañar y maltratar con la mentira. A este paso, estos profesionales del engaño y columnistas de la fábula acabarán agotados de tanto trabajar. Habría que recomendar que descansen un poco y recen rosarios al cielo de la democracia que se avecina.
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