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ANTIUTOPÍAS

La normalidad del caos

El Perú, como Bélgica en su momento, puede vivir sin gobierno o con gobiernos que son pozos sépticos

Un Nobel de la Paz revolucionario

El presidente rockero

Carlos Granés

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El Perú tiene una particularidad que sorprende a todo el que lo visita. Mientras cae la presidenta Boluarte y la reemplaza un congresista anónimo de quien sólo se sabe que consume torrentes de pornografía (se apellida Jerí y ya –ingenio inigualable de los peruanos– ... le dicen Pajerí), en Arequipa se celebra el Congreso de la Lengua y todo sale de maravilla, las aulas se abarrotan de un público interesado, y la ciudad, blanca debido a la piedra volcánica con la que se erigieron sus casonas e iglesias, sigue con su vida apacible, con apenas alguna manifestación pública que solo notaron los que paseaban de noche por la plaza de armas.

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