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ANTIUTOPÍAS

El presidente rockero

El carisma doblega y seduce, y eso fue lo que el populista se propuso: no gobernar sobre los hombres sino sobre sus corazones

Un demonio en una iglesia

Guerra muerta en la ONU

Carlos Granés

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Lo más sorprendente de que el presidente Javier Milei hubiera dado un concierto de rock ante 15.000 personas es que esto ya no sorprende a nadie. Hemos vuelto a los tiempos feroces en los que la política es, por encima de otras cosas, teatro, ... carisma, pasión, religión laica, culto a la personalidad. Después de una derrota electoral en la provincia de Buenos Aires, de nubarrones económicos y de escándalos de corrupción que salpican a su hermana, el presidente argentino volvió a sus orígenes. Salió a compenetrarse con la masa, a ser uno solo con el pueblo y a fidelizar a los suyos con un espectáculo disruptivo. Sobre el escenario hubo de todo: consignas antikirchneristas, emoción, adrenalina, rugidos. Y aunque todo fue espontaneidad y autoexpresión, no fue por azar que Milei decidió volver a las estrategias salvajes de autopromoción. En pocos días tendrá que enfrentarse a unas elecciones legislativas, estas sí trascendentales porque de ellas depende la viabilidad del resto de su legislatura, y necesitaba recuperar la iniciativa, volver a hacer lo que tan bien se le dio en campaña: ocupar el espacio mediático y simbólico con una performance transgresora.

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