sin punto y pelota
Negacionistas lo serán ellos
Vox no deja de ser una escisión gamberra del PP. Nada que ver con Trump y con Putin aunque quieran forzar la analogía
Que no sea broma. Carmen (7/6/23)
Miedo contra miedo (1/6/23)
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Iniciar sesiónExiste una brigada de políticos y periodistas repartidores de credenciales de lucha contra la mentira cuya difusión suelen atribuir a los 'bots' de Putin, con una mirada sesuda de leer 'papers' de Harvard. Estos días andan como locos difundiendo ellos mismos las trolas sobre Vox ... , ese partido que no deja de ser una escisión gamberra del PP, más católica, demagoga, joven y novata, taurina, más de chiste de los de antes, más cayetana y a la vez más cañí, de sol y sombra en barra de bar con llaveros eróticos. Nada que ver con Trump y con Putin, aunque fuercen la analogía. Vamos, que ideológicamente rascas un poco entre los votantes de Vox y todos sueltan alguna factura pendiente con los opinólogos nivel pro: que si la turra del feminismo, qué le están haciendo al campo, hay que ver que tengamos que tragarnos la chulería de los bilduetarras y ya vale con despreciarme por ir a misa los domingos. Luego les preguntas por gestión chapucera en Castilla y León y ni flores, porque no están ellos para estudiar las extravagancias de Gallardo pero saben que no honran a Delibes con nuevos autos de fe de herejes sumisos a la ideología de género.
Andaban nerviosos ayer en las tertulias, con la escopeta del negacionismo muy cargadita, apuntando a las disidencias del consenso. De su consenso. Sin darse cuenta de que la siguiente medalla en la pechera de muchos, después de la de facha, ya es la de negacionista. Así llaman los indignados con el pueblo a los que creen que habría que recobrar la igualdad de trato entre sexos en la ley Integral de Violencia de Género sin que eso signifique negar que hay hombres que matan a mujeres, porque sólo un lunático lo haría. Así califican a los que están hartos de que cualquier variación en el tiempo, incendio o inundación sea culpa del cambio climático y que, para combatirlo, vayan a limitarnos los viajes a los pobres o hacernos más complicado el uso de nuestro coche de segunda mano diésel. Como si eso le importara mucho a los chinos, venga a fabricarnos nuestras placas solares, las baterías y cada vez más coches eléctricos. Así llaman también a los que no se avergüenzan de que sus abuelos lucharan en el bando nacional. Era una guerra civil.
Y, como los negacionistas de la realidad son ellos, les va a estallar en las narices. No sabremos dónde se irán. Si habrá reuniones clandestinas de la resistencia (¿círculos?), hablando en lenguas cooficiales y con la bici como medio único de transporte; si estarán mirando ya cómo está el teletrabajo en Bali, cerca del retiro de yoga de aquel verano o si da pereza mudarse a Marruecos porque todavía no tienen muy elaborado lo de servir té 'matcha' en vez de moruno. La mayoría se quedará aquí, al sol, con una caña, en una terraza, elucubrando cómo es posible que la gente sea tan tonta, tan burra, tan egoísta, cavernícola y poco moderna. Que hay que echarse a la calle. No conciben que el desprecio y el insulto provoquen reacciones. Que hay quien considera un derecho ser un reaccionario negacionista con una papeleta y que otros hagan el papelón de entenderlo.
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