Cabeza fría
Con Sánchez nos cierran hasta las fábricas
La dimisión del presidente de fabricantes de coches, un reputado ejecutivo apolítico, es muy sintomática
El fiasco de Yolanda y la entrada de Alvise: no todo es bipartidismo
Puigdemont, a la desesperada
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Iniciar sesiónParece que el país lo aguanta todo. Que no gobernar no pasa factura y que Pedro Sánchez puede seguir sentado en el sillón de La Moncloa dedicándose a meterse con Alberto Núñez Feijóo sin aprobar Presupuestos, leyes ni reformas. Hay quien piensan que incluso es ... mejor así. «Mejor que no gestionen, que no toquen nada porque todo lo empeoran». Pero estar paralizado cuando los demás países avanzan tiene precio.
La dimisión de Wayne Griffiths, el presidente de los fabricantes de coches, es un hecho sintomático. Griffiths –un reputado ejecutivo no solo en España sino a nivel europeo y completamente apolítico– ha dejado su cargo al desesperar por la parálisis en la que ha entrado el Gobierno con los coches eléctricos. No es cosa suya porque todo el sector le ha respaldado a una y por escrito, aunque los intereses de cada marca son completamente distintos.
Esta es la consecuencia de quitar a un ministro más técnico y ejecutivo que político, Héctor Gómez, y sustituirle por un exalcalde de Barcelona, Jordi Hereu, conciliador pero con poca capacidad operativa. El cambio se produjo porque, tras ser clave en el resultado del 23J, el PSC le pidió a Sánchez la cartera de Industria, y el socialista, más preocupado por los equilibrios políticos que por la gestión de España, se la entregó. Por si fuera poco, a Hereu le acompaña como secretaria de Estado Rebeca Torró, cuya carta de presentación para un puesto tan relevante como estratégico es haber sido consejera del último Gobierno de Ximo Puig. Durante 15 meses. De Política Territorial.
Torró es otra prueba de la dejadez de Sánchez por gestionar ya que entró en el Gobierno como uno de los rescates que los territorios pidieron a La Moncloa tras la pérdida de poder el 28M. Leyendo su currículum, la parálisis del coche eléctrico era un escenario muy probable desde su nombramiento. No sería extraño que Torró desconozca todavía las diferencias entre cargadores monofásicos y trifásicos.
Lo peor de todo es que muy difícil tampoco lo tenía esta valenciana. Los planes de mejora de las subvenciones y de los puntos públicos de recarga estaban encarrilados antes de su llegada, a la espera de la bendición de Teresa Rivera y María Jesús Montero. De hecho, Pedro Sánchez se comprometió en febrero a ponerlo todo en marcha cuanto antes. El problema es que Torró no sabe cómo.
En este episodio no vale echarle la culpa al fango ni a la ultraderecha. Cuando se conoció la salida de Héctor Gómez, la industria del motor destacó su buen trabajo así que no se le puede acusar ahora de actuar por ideología. La renuncia de Griffiths es el aviso de que si el Gobierno sigue sin gestionar, las fábricas de coches pueden empezar a recortar su producción en España o trasladarse a otros mercados. Tiene mala pinta porque, como contó David Alandete esta semana en ABC, mientras Industria está paralizada, Yolanda Díaz está más pendiente de visitar museos y sindicalistas en Detroit que a los directivos de Ford cuando estaban pensando en llevar a cabo miles de despidos en España.
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