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la tercera

Ellos y ellas en la Universidad

«A pesar de que el avance en las últimas décadas haya sido mayor que en los últimos veinte siglos, los datos son tozudos y el progreso en algunos ámbitos demasiado lento»

Trump en su Torre

Por una Constitución de la Tierra

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Amaya Mendikoetxea

Para ser escritora una mujer necesita dinero y una habitación propia. Son palabras de Virginia Woolf, una de las más destacadas figuras del modernismo anglosajón y del feminismo internacional. Independencia económica, privacidad, libertad individual son conquistas de las mujeres en los países avanzados, imprescindibles ... para su desarrollo profesional. Trasladado a la carrera científica, podríamos decir que para hacer ciencia una mujer necesita dinero y su laboratorio propio; es decir, necesita un salario y financiar su investigación y un espacio propio para desarrollar su labor. A pesar de los indudables avances sociales en la igualdad entre hombres y mujeres, aspectos propios de la carrera académica o científica como la falta de estabilidad, la dedicación, la movilidad, la competitividad, o dificultades en el acceso a la financiación afectan más a ellas que a ellos. Cuando a esto se une la maternidad (y los cuidados), el resultado es una menor productividad científica, que repercute en menos oportunidades de estabilización, de liderazgo de equipos, de captación de fondos y de visibilidad y participación en el mundo científico. Es significativo que durante el confinamiento por la pandemia de la COVID, la brecha de producción científica entre hombres y mujeres se agrandó, muy probablemente por la desigualdad de atenciones en el cuidado de la casa y de los niños. Más hombres que mujeres, según un estudio de la Universidad Complutense de Madrid, contaban con una habitación aislada para trabajar: su habitación propia.

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