el batallón
Currelas del feminismo
Entre cobardes silencios recompensados con puestazos y el enterramiento de las denuncias en Ferraz, la realidad descuartiza el mensaje feminista de batucada del sanchismo
Homenaje al abuelo Florencio
Del 'Puto amo' al 'puto' Illa
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Iniciar sesión«Soy feminista porque soy socialista». La frase de Ábalos cuando era ministro, secretario de Organización del PSOE y piedra angular del sanchismo, quizá la repitiera el Paco Salazar en La Moncloa que se paseaba con la bragueta abierta por La Moncloa como director ... adjunto de la Presidencia, siendo Carmen Calvo ministra de la Presidencia y vicepresidenta primera del primer Gobierno de Sánchez, ese que era tan «bonito» que tenía hasta un astronauta y un (efímero) presentador de televisión. Era la misma Carmen Calvo que un año antes clamaba contra los intentos de apropiación indebida que, a su juicio, surgían desde fuera de la izquierda: «El feminismo no es de todas; no bonita no, nos lo hemos currado los socialistas».
Imagino que entre «los socialistas» incluiría por entonces a Ábalos y Salazar, el primero con un imbatible historial de 'sobrinitas' en las que apagar su frenesí venéreo; y el segundo con frases de machirulo chusco, tan soeces como obscenas, vertidas contra sus subordinadas que convertían los despachos y pasillos del palacio presidencial en lo más parecido a una taberna de muelle de sudeste asiático un viernes de paga de la tripulación. El feminismo de ambos se dirimía entre «la Carlota se enrolla que te cagas» (cuando Koldo tiraba del infame catálogo preguntando qué le apetecía hoy a su jefe) y «ahora le pongo una mijita de mi polla» (cuando alguna de las trabajadoras a las órdenes de Salazar le presentaba algún trabajo).
Calvo, Ábalos y Salazar, tres presuntos 'currelas' del feminismo, salieron el mismo día del Gobierno cuando era vox populi (pixi o dixit, o como se diga) el putiferio que tenía montado el ministro de Transportes de aquí a Teruel y el comportamiento similar al de un bonobo del asesor monclovita. Pero Sánchez sabe cuidar de su gente: a Calvo le puso a presidir la comisión de Igualdad del Congreso; a Ábalos, la de Interior, mientras que al 'latinlóver' de Montellano (Sevilla) le mandó de presidente del Hipódromo de la Zarzuela sin saber distinguir un penco de un pura sangre. Ni para ti ni para ellos, así arregló Sánchez la supuesta voz de alarma dada en 2021 por Carmen Calvo, cocinera antes que 'fraila', por la relación (digamos 'clínex') de Ábalos con las mujeres y la incompatibilidad con la intención del partido de, por entonces, abolir la prostitución.
El 'feminismo guadiana' del PSOE, esa tremenda hipocresía y distancia sideral entre el discurso oficial y el comportamiento de algunos de sus dirigentes, queda demostrado con la extraña desaparición en Ferraz de las denuncias presentadas por mujeres que narraban al marrano proceder habitual de Salazar; o en la cena de este personaje con Pilar Alegría, portavoz del Gobierno, solo un mes antes del rebrotar el escándalo y que a la ministra de Educación le pareciera «vomitivas» las maneras de su comensal. Entre cobardes silencios recompensados con puestazos (y dinerín, claro) y enterramientos de las denuncias de las víctimas de los depredadores, la realidad descuartiza el mensaje feminista de batucada del sanchismo.
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