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LA ALBERCA

Acción valor gol

Escuchar a los actuales comentaristas del fútbol es aún peor que ver una sesión de control al Gobierno

El turno de ETA

¿Dónde está Marlaska?

Alberto García Reyes

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No pedimos que el locutor tenga la velocidad de Víctor Hugo Morales en el gol de Maradona a Inglaterra: «¡Genio, genio, genio, ta, ta, ta, ta, goooooooool!». Pero digamos que la narración futbolera contemporánea tiene mucho margen de mejora porque se ha convertido en un ... símbolo de la decadencia cultural. Hubo un tiempo en que la crónica en directo era un género sólo apto para grandes oradores. Ahora, en cambio, se dicen cosas tan extrañas como que el equipo está en bloque bajo en lugar de contar que ha aparcado el autobús en el área chica. Por suerte, las plataformas ofrecen una opción que consiste en ver el partido con el sonido ambiental del estadio. Porque escuchar el fútbol por la tele es como poner una sesión de control al Gobierno. Tiene guasa que en la era del relato usemos el lenguaje peor que nunca. De repente te sueltan a un supuesto experto en parabólicas, también llamado 'panenquita', que simula saberlo todo y te atiborra de frases como «el equipo tiene que jugar más por dentro para facilitar las transiciones» o «los laterales van a zonas interiores para tener más extrapases». El instinto de la palabra, que debería ser obligatorio para un narrador de masas, se ha sustituido por la falsa apariencia de elitismo técnico o intelectual. Igual que en el fútbol se dice hoy que «el equipo tiene una buena disposición a nivel posicional», en política nos cuentan que «la transversalidad social es fundamental para las personas racializadas». Lo menos que nos puede pasar es que prohíban jugar un partido a un futbolista por cantar «Gibraltar español».

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