LA ALBERCA
Acción valor gol
Escuchar a los actuales comentaristas del fútbol es aún peor que ver una sesión de control al Gobierno
El turno de ETA
¿Dónde está Marlaska?
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Iniciar sesiónNo pedimos que el locutor tenga la velocidad de Víctor Hugo Morales en el gol de Maradona a Inglaterra: «¡Genio, genio, genio, ta, ta, ta, ta, goooooooool!». Pero digamos que la narración futbolera contemporánea tiene mucho margen de mejora porque se ha convertido en un ... símbolo de la decadencia cultural. Hubo un tiempo en que la crónica en directo era un género sólo apto para grandes oradores. Ahora, en cambio, se dicen cosas tan extrañas como que el equipo está en bloque bajo en lugar de contar que ha aparcado el autobús en el área chica. Por suerte, las plataformas ofrecen una opción que consiste en ver el partido con el sonido ambiental del estadio. Porque escuchar el fútbol por la tele es como poner una sesión de control al Gobierno. Tiene guasa que en la era del relato usemos el lenguaje peor que nunca. De repente te sueltan a un supuesto experto en parabólicas, también llamado 'panenquita', que simula saberlo todo y te atiborra de frases como «el equipo tiene que jugar más por dentro para facilitar las transiciones» o «los laterales van a zonas interiores para tener más extrapases». El instinto de la palabra, que debería ser obligatorio para un narrador de masas, se ha sustituido por la falsa apariencia de elitismo técnico o intelectual. Igual que en el fútbol se dice hoy que «el equipo tiene una buena disposición a nivel posicional», en política nos cuentan que «la transversalidad social es fundamental para las personas racializadas». Lo menos que nos puede pasar es que prohíban jugar un partido a un futbolista por cantar «Gibraltar español».
El primero al que escuché hablar con eco en el fútbol fue a Jorge D'Alessandro, exportero suplente y exentrenador especialista en descensos. Él es el creador del rollo del sistema de cuatro-cuatro-dos en fase defensiva que cambiaba a cuatro-dos-tres-uno para atacar. Y el día que dijo que el delantero había tirado un penalti al palo corto se empezó a joder el Perú. D'Alessandro se convirtió en especialista en toda clase de descensos, los futbolísticos y los dialécticos. No podemos aspirar a que todos hagan crónicas deportivas como las de Manuel Alcántara, que, por poner un ejemplo entre mil, empezó una diciendo que el púgil había llegado sonado de su casa al cuadrilátero porque le había saludado en la presentación del combate: «Tiene mucho mérito saludar a alguien que no has visto antes». Pero tampoco debemos permitirnos a los cronistas que se ahogan con los desmarques de ruptura saltando líneas en la presión tras pérdida para hacer cambios de orientación y aprovechar las segundas jugadas o filtrar pases al nueve, que descarga a banda. Sin embargo, la decadencia total llega cuando un portero hace un paradón y el comentarista exclama en idioma del indio Gerónimo: «Ha sido una acción valor gol». Ahí apago la tele soliviantado y me acuerdo de Di Stéfano: «No te pido que atajes las que vayan dentro, pero por lo menos no te metas las que vayan fuera». Lo que quiero decir es que antes de decir una tontería, los comentaristas –y los políticos– también podrían barajar la posibilidad de callarse.
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