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El voto a ciegas

EN una partitocracia como la nuestra, cuando el sistema electoral niega la esencia representativa y el Congreso es una mera escenificación litúrgica, el empleo de diputado es algo simbólico y decorativo. Como los maceros que sobreviven en algunos Ayuntamientos, pero sin plumero. Aún así convendría ... guardar las formas. Lo deseable sería, quizás, un gran pacto para la regeneración democrática y la separación de los poderes del Estado, para que las Autonomías no multipliquen por diez el total del gasto público y dejen sin sentido ni fundamento las más tradicionales instituciones de la Nación; pero, dado que todos, los centrípetos y los centrífugos, se sienten satisfechos con la situación y no se vislumbra posibilidad alguna de revisión constitucional, implántese el disimulo para que el decaído entusiasmo de los contribuyentes no se hunda del todo.

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