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Ignacio Camacho

Del ridículo a la vileza

Ni el más tarado de los políticos puede ignorar que ETA mató a 850 españoles para tratar de conseguir la independencia

Ignacio Camacho

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Para comparar la terquedad sediciosa del independentismo con la nobleza de la resistencia civil contra ETA se necesita una dosis muy fuerte de cinismo, un equipamiento mental muy débil o una insensibilidad moral rayana con la felonía y la indecencia. O acaso, simplemente, muy ... poca vergüenza. Hasta ahora Carles Puigdemont parecía deber su alto cargo a sus cortas luces; un caso clásico de «síndrome del emperador Claudio» , del tipo mediocre elevado al poder en una conjura para que se comporte como una marioneta. Su discurso ante las víctimas del atentado de Hipercor lo presenta, sin embargo, como autor espontáneo de una de las más miserables proclamas que se han oído a un responsable público en la muy degradada política moderna. Esa analogía victimista es algo mucho peor que desafortunada, ventajista o inoportuna: representa una desaprensiva villanía, un despreciable gesto de vileza.

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