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La profanación de nuestras vidas

Los huesos de Franco son la excusa para obligarnos a mentir ya siempre

Imagen de archivo del Valle de los Caídos en San Lorenzo de El Escorial (Madrid) GUILLERMO NAVARRO
Hermann Tertsch

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Dice Ciudadanos que ellos están de acuerdo con Pedro Sánchez en liquidar «el mausoleo del dictador». Y el Partido Popular, para no ser menos, proclama que tratará «con total indiferencia» la retirada de los restos del dictador. Los dos partidos de la llamada oposición al ... Frente Popular que gobierna bajo Sánchez anuncian por tanto, uno por disgusto con las formas, otro por indiferencia hacia la suerte del dictador, que se abstendrán en el Congreso en la votación del siniestro decreto ley para la profanación de una tumba. Los dos temen que votar en contra de esta obscena farsa política los convierta ante la opinión pública en algo parecido a defensores de Franco. Sin duda lo que quieren Sánchez y sus aliados comunistas, separatistas, golpistas y demás. Tiene razón el PP en que a los españoles los huesos de Franco les importan poco. Pero cuidado, porque tras los huesos de Franco hay cosas que a los españoles importan mucho. Y esas serán destruidas por la voladura con el detonante de esa profanación gratuita, innecesaria y despreciable. Terrible es que los dos partidos de la oposición estén tan sometidos al discurso del Frente Popular. Tienen tanto miedo a acusaciones torticeras de Sánchez -que les lloverán en todo caso-, que no se atreven a dar la batalla por la verdad histórica y defender la Transición y su piedra angular, la reconciliación nacional, que en su profunda virtud y generosidad bidireccional asumía que no fueron más criminales los Santiago Carrillo, la Pasionaria o Largo Caballero ni Azaña que los Franco, Queipo de Llano, Fernández Cuesta, Girón de Velasco, Muñoz Grandes y demás. Las partes se encontraron como contendientes, combatientes de dos bandos que cuarenta años después firmaban la paz para vivir juntos, para romper aquellos dos bandos y nunca más saldar cuentas.

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