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La tercera

El egoísmo mata más que el virus

«La ceguera de los gobiernos, los medios y la sociedad ante la pandemia demuestra que hace falta una regeneración que empiece por la educación y prime el bien común»

Pablo M. Díez

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Las catástrofes, como esta pandemia del coronavirus, desnudan a los países, a sus gobernantes y sociedades. Así hizo con China cuando la enfermedad apareció en diciembre en la ciudad de Wuhan. Primero, su régimen autoritario intentó ocultarla silenciando a los médicos que alertaban sobre ella, ... como el difunto doctor Li Wenliang, el oftalmólogo reprendido por la Policía por «difundir falsos rumores» que «alteraban el orden social». Para que la economía no se viera dañada por esta extraña neumonía, que recordaba al SARS, las autoridades de Wuhan tardaron en reconocer que se podía contagiar entre humanos. Desde que tuvieron constancia de la evidencia, la demora fue de seis días, según una investigación de la agencia estadounidense AP, pero otras informaciones periodísticas de Hong Kong apuntan a que el primer caso llegó a detectarse el 17 de noviembre. A pesar de esta amenaza, en Wuhan incluso se permitió y se alentó un banquete con 40.000 personas y 14.000 platos en vísperas del Año Nuevo Lunar. Sin mascarillas, los comensales aparecieron en la televisión riéndose y diciendo que no tenían miedo porque confiaban en el Gobierno. Solo unos días después, la epidemia estalló como si fuera una bomba de relojería biológica.

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