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Editorial ABC

Open arms: otro vaivén, otro fracaso

La política en inmigración del Gobierno socialista es errática y oscilante; la de la Unión Europea, sencillamente no existe

ABC

La dramática crisis humanitaria que ha vuelto a poner de manifiesto el rescate de decenas de inmigrantes a manos del barco español Open Arms ha alcanzado un punto de colapso. Salvo en el caso de personas enfermas o niños sin padres, la Italia de Salvini ha vuelto a demostrar cómo la política puede volverse inhumanamente cruel. Italia se ha negado al desembarco de los inmigrantes en Lampedusa para ser atendidos y someterlos a la legislación administrativa europea para ser devueltos a sus países de origen, o acceder a una solicitud de asilo. A menudo es fácil actuar con demagogia ante el drama de la inmigración irregular y sostener la tesis de que los millones de personas en trance de huir de la pobreza tienen cabida en la Europa rica y fértil que hemos construido. Pero no es tan sencillo. La UE no consigue ponerse de acuerdo en una política migratoria pragmática que conjugue los intereses de cada país con las necesidades de los extranjeros que quieren asentarse en nuestras sociedades al precio que sea. Y nunca se avanza lo suficiente en la resolución de este problema. Sin embargo, las soluciones parciales como las que proponen los responsables de Open Arms tampoco resuelven nada.

Salvini, al vanagloriarse de ganar un pulso a la presión de otros países y organizaciones humanitarias, se comporta con una falta de entrañas reprobable. Pero Sánchez está dando ridículos palos de ciego, como si el buenismo de este socialismo «arréglalotodo» tuviese algún sentido. A Sánchez solo le preocupa no manchar su falsa imagen salvífica en vez de poner orden en una política migratoria errática. Tras negarse a ofrecer España como puerto seguro, finalmente La Moncloa ha ofrecido un desembarco en Algeciras, sin siquiera habérselo notificado antes a la Junta de Andalucía. Solo horas después, y al rechazar el Open Arms esa opción, ofrecía el puerto de Mahón, en Menorca. Otro vaivén.

El problema para Sánchez viene de origen, cuando hace un año quiso parecer más benefactor que nadie para cultivar su proyecto de «gobierno bonito» sin reparar en las consecuencias de su error. Hoy ha caído en su propia trampa. Hace un año convirtió un rescate humanitario en un espectáculo sensacionalista. Incluso, sumó al Open Arms a los dispositivos oficiales de Salvamento Marítimo hasta que, lógicamente, tuvo que excluirlos. Que el Open Arms socorra a naúfragos en el mar no excluye que se halle ante una práctica no debidamente autorizada. Después, Sánchez cambió radicalmente su discurso y su Gobierno se abonó al veto al Open Arms y a las expulsiones y devoluciones en caliente de inmigrantes. Contradicción tras contradicción, Sánchez actúa por impulsos irreflexivos. Hasta el propio Open Arms sostiene que navegar ahora mismo hacia Algeciras es inútil, inviable y arriesgado. Son vidas en juego y de nuevo la política, la italiana y la española, ha vuelto a fallar.

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