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Un Nobel precipitado

LA concesión del Premio Nobel de la Paz está forzosamente sometida a diferentes interpretaciones, pero la elección este año del presidente norteamericano, Barack Obama, con menos de un año en el puesto, ha sido mucho más que una sorpresa. Considerado hasta ahora como una de ... las más altas distinciones del mundo, el Nobel de la Paz debería ser la recompensa a una acción palpable para mejorar el mundo, mientras que en este caso se han invocado las intenciones del galardonado más que sus hipotéticos méritos, que todavía están por venir. Lo justo no es es valorar las promesas de los políticos, sino si son capaces o no de cumplirlas. En el caso de Obama, además, el premio ha llegado precisamente cuando el presidente norteamericano está empezado a recortar las expectativas, acuciado por una realidad mucho más compleja que sus planes de candidato. El Comité Nobel dice que lo que ha premiado es su visión política, lo que obliga a preguntarse cuál será entonces el galardón adecuado en caso de que sus brillantes aspiraciones se llegasen a hacer realidad y, al contrario, qué consideración merecería Obama en el caso de que finalmente se revelase que es incapaz de cumplirlas.

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